Sin duda, cada uno de nosotros ha observado
los montículos de basura que depositan las
hormigas cortadoras de hojas fuera de sus nidos. Ramiro Víctor Flores Munguía es un hombre de 64 años que construye esculturas a partir del reciclaje
de tales residuos.
¿Cómo
empezó a construir estas esculturas, don Víctor?, le pregunté: “Bueno,
yo no quería seguir la tradición de Ojojona, haciendo artículos de barro: ansiaba salirme de lo común, entonces pensé en otra opción…”, expresó el artista originario de Victoria, Yoro, municipio
al norte de Honduras.
Contó que esta actividad la realiza a
manera de terapia ocupacional luego de haber sufrido en dos ocasiones infartos
que casi le quitaron la vida; cómo en aquel agosto de 2012 emprendió la construcción
de su primera obra elaborada mediante esta técnica, la cual arrojó como primer
producto un pez vela, el que luego vendió a un ciudadano checo.
ANTES Y DESPUÉS│ Don Víctor, como es conocido, da el acabado a un potro que le fue encargado construir. |
La materia prima utilizada por Víctor Flores
es llamada “carrón” en su ciudad natal, pero no es sino esa especie de
aserrín que descartan las hormigas Atta cephalotes
o Atta colombica, cuya esencia consiste principalmente en sustrato de hojas
usadas y sin nutrientes.
El artista recolecta estos residuos y luego los envía a pulverizarlos. “El proceso es largo. Me tardo mínimo unos
ocho días en acabar una escultura”, explica.
Su especialidad son los animales. |
De igual manera detalló que primero esculpe
en madera la figura a construir, “uso
pino tierno”, prosigue; luego hace la composición o mezcla a base de carrón y
cola blanca, la que enseguida aplica al cuerpo del animal. Es conveniente
explicar que dicha técnica no tiene nada que ver con la taxidermia, método
tradicional de conservación y montaje de animales para su exposición.
“Desde
que empecé he hecho entre 40 y 45 figuras, como peces, venados, jirafas,
tortugas, toros y perros”, dijo; asimismo,
declaró que él le llama “escultura de
aumento” a esta técnica, en virtud de los revestimientos de carrón que le aplica
a sus obras.
Refirió que actualmente exhibe cinco estructuras en un hostal ubicado en
la comunidad de Babanato, municipio de Santa Ana. Los precios
varían. Van desde 2000 hasta 3500 lempiras.
Esta fue la primera obra que recreó. Contó que le costó trabajo, ya que se doblaba. |
En este afán de invención, don Víctor intentó crear obras con otros
materiales residuales, como el estiércol de ganado combinado con cal; de igual
forma, con la amalgama de periódicos y almidón: “pero no me funcionó; todas se me polvoroneaban, se me quebraban”, dijo.
Finalmente adelantó que tiene encargadas
las hechuras de al menos 10 esculturas, entre ellas, leones y venados, también
aves zancudas y elefantes.
Como se puede ver, Ojojona es una pequeña meca de la cultura
y más aun, un gestor de artistas, ya sean éstos nativos o allegados, como son
los ejemplos de Ladislao Valladares, aquel arquitecto pespirense que se radicó
en el pueblo y al que se le encargó realizar el primer escudo nacional de la
naciente república hondureña; del pintor olanchitense Sergio Almendárez, llegado al municipio a comienzos de los años
70 y del extinto, y también maestro de la pictórica nacional, don Carlos Garay,
cuyas obras están exhibidas en Casa Pintor Pablo Zelaya Sierra.
La fineza de su trabajo es encantadora. |
Siempre
subrayo esto, se necesita invertir en cultura y arte en Ojojona; si bien es
cierto que cada artista decide su rubro y por ende debe autogestionar sus recursos,
los gobiernos están en la obligación de responderles con una cuota de apoyo.
Los alcaldes no pueden seguir creyendo que colocar artículos navideños o un
árbol de navidad es cultura o arte: no pueden seguir actuando como ignorantes. Lo anterior, a raíz de la no apertura definitiva de la Casa de la Cultura, espacio donde artistas como Víctor Flores y otros podrían fácilmente exponer sus creaciones y no andar buscando locales fuera del municipio.
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