"En Honduras se debe seguir haciendo arte porque es nuestra forma de resistir", Martín Cálix, ganador Premio de Poesía Martín García Ramos
El
poeta y escritor hondureño Martín Cálix
recién acaba de ganar el Premio Internacional de Poesía Joven “Martín García Ramos” que se otorga en Albox,
España.
Cálix
compartió su experiencia como escritor, poeta y gestor cultural, asimismo, hubo
un amplio diálogo sobre las condiciones actuales para construir arte en
Honduras.
¿Cómo surge la idea de escribir el libro El año del armadillo?
El
año del armadillo es un viaje a la memoria, por los recuerdos de infancia; es
un intento por desmitificar lo que para mí significa el vivir y escribir desde
una Honduras hoy. Cuando hablo de viaje a la memoria significa que a través del
libro estoy dialogando con mi abuela, son recuerdos de cuando era niño.
¿Cómo se involucra Martín Cálix en el mundo literario?
Sería
injusto decir que soy producto de un esfuerzo individual. Cuando tenía 19 años
intentaba ser músico, mal músico por cierto, y en esos andares terminé
militando en una organización de izquierda, puesto que el guitarrista de esta estaba
en el Partido Socialista de los Trabajadores. Fue allí donde conocí al poeta
hondureño John Conolly. Recuerdo que yo llegaba tímidamente con mis manuscritos
a hablar con él para que me revisara lo que yo escribía. Siempre dentro de la
banda, fundamos un colectivo, desde donde puedo vincularme con los escritores
de San Pedro Sula y Occidente y con el Festival de las Chimeneas en Santa
Bárbara, lugar donde leíamos poesía. Luego me vinculé en otro proyecto literario,
Atrapados en azul, en La Fragua, sin embargo mi militancia en Artistas en
Resistencia es lo que indica que debo dedicarme a esto. Allí conozco a Fabricio
Estrada y a Mayra Oyuela, con quienes tengo una vinculación personal muy
humana, muy fuera de lo literario. A partir de allí ellos me abren su
biblioteca y mis lecturas cambian; mi manejo del lenguaje: mi forma de
construir lo que escribo.
¿Cuál es la línea de tiempo de tu obra?
Podemos
tomar como punto de partida el libro publicado en 2011 llamado Partiendola locura, un libro de edición de autor sin mayores correcciones, lleno
de errores técnicos, ortográficos, de diseño… No obstante, dentro de los
errores es donde encuentro la belleza, pues a nivel personal me enseñó muchas
cosas, sobre todo quiénes podrían ser mis amigos y quiénes no. Luego, viene 45
grados, un texto que surgió y que luego se lo mostré a Mayra (Oyuela).
Ella dijo “el poema está acabado, ¿qué
vas a hacer con él?” Yo no sabía qué hacer, y cometimos nuevamente el error
de la autoedición y lo lanzamos de manera digital. Es un poema largo, de 45
partes; de ahí el nombre. Después, en formato plaquette, se publicó Lecciones para monstruos, un libro
que tiene que ver con lo lúdico; todas son historias cortas sobre los monstruos
más tiernos que se pueden encontrar en el imaginario. Quise divertirme.
¿Qué motiva mandar un libro a un Premio?
Yo
veía con muchas pinzas la idea de mandar libros a premios. Sabía que tenía un
texto bueno por los comentarios recibidos de algunos amigos editores, pero sobre
todo, fue Antonio Cienfuegos quien
me convenció de enviarlo a Casa de las Américas. Yo de hecho le hacía una
broma, que si me ganaba al menos una mención honorífica por este libro, él
tenía que buscarme una editorial importante en España para publicarlo.
Posterior a este último y sin muchas esperanzas, lo reenvié al Premio Martín
García Ramos. Recuerdo haberlo enviado en febrero, la convocatoria se cerraba
el 13 de marzo, y ya el 8 de abril yo estaba recibiendo un correo que decía que
debía comunicarme de inmediato con el Premio porque había resultado ganador mi
libro. Entonces comienza una sensación de “no
está pasando… tranquilízate, no perdás la cabeza… esto es un spam”. Y yo
releía el correo y no contestaba porque no sabía qué contestar. Finalmente me
decidí: me pidieron el resto de los datos. Terminé de convencerme cuando me
llamaron por teléfono.
¿Qué importancia tiene el premio Martín García Ramos?
Es
un premio muy significativo; el más importante que se da a poetas menores de 30
años. Yo en ese momento todavía tenía 30. En este sentido, es muy importante
para la obra de uno, por “curriculum”; tampoco hay que perder la cabeza, se
gana un premio se sigue viviendo aquí en el tercer mundo; se sigue con los
problemas que convive el resto de escritores.
Y para Honduras, ¿qué significación tiene este premio?
Creo
que significa algo para la literatura contemporánea de Honduras y, de alguna
manera, hace que las editoriales más
importantes vuelvan sus ojos y puedan decir “se está haciendo algo en
Honduras”. Es importante poner a los escritores hondureños en el mapa de la
literatura de nuevo. Ya lo había hecho Roberto Sosa con el Casa de las Américas
y con el Adonáis, y luego otros escritores que en la actualidad están
escribiendo cosas muy interesantes.
¿Qué tiene que decir Martín Cálix tras hacerse con este premio?
Yo
me considero todavía un autor novel. Lo único que podría recomendar es leer y
escribir constantemente. En la actualidad, los autores están escribiendo desde
una disidencia, desde la intemperie donde el país nos ubica. Por ejemplo, si
leemos Poff, de Darío Cálix, nos encontramos con una San Pedro Sula
caótica, y si leemos Autobiografía de un
hombre sin importancia, de Ludwing Varela, con una Tegucigalpa en iguales
condiciones. Ambos personajes de los libros tienen similitudes. Quiero creer que
hoy los autores están siendo hijos de su tiempo, que están describiendo la
Honduras de hoy, que no estamos hablando de pajaritos, de puentes; escribiendo
odas a los próceres, pues eso no es de nuestro tiempo, no corresponde hablar de
naturaleza cuando el país se desangra. Hace poco en el CURLA, una niña nos
preguntó por qué no hablamos de las cosas buenas que tiene el país. Bueno, no
somos guías turísticos, no escribimos para Turismo; escribimos para
interpretarnos desde este contexto. Esto no tiene nada que ver con el folclore
ni con las danzas que se miran en los medios de comunicación del Gobierno.
Comentarios
Publicar un comentario