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El
misterio de los sacos abultados fue uno de los más terribles en nuestra ciudad
en los últimos tiempos, lo recuerdo bien. Ese día al amanecer en las calles de
la ciudad aparecieron muchísimos sacos en diferentes puntos. Verán, la gente no
quería salir a las calles para verificar de dónde provenían estos sacos y sobre
todo qué contenían. Los sacos comenzaron a aparecer gradualmente; la primera
semana aparecían uno por día, en diferentes lugares de la ciudad: en orillas de
carreteras, en solares baldíos, en las esquinas de los barrios, etcétera. No me van
a creer, pero a medida pasaba el tiempo los sacos aparecían de dos en dos la
segunda semana, luego, de tres en tres la tercera semana, y finalmente el
número era impredecible.
Al
principio nadie quiso cuestionarse su origen, la situación comenzó a preocupar
en la ciudad, mirábamos las noticias con asombro, puesto que, era un hecho sin
precedente. Los medios de comunicación fueron los que comenzaron a especular
junto con los religiosos. La versión oficial era que los sacos podrían tener un
origen sagrado, se difundió la noticia y aparecieron las fotografías de los
sacos en primeras planas, aunque, nadie osaba siquiera tocar los sacos, les
bastaba con hacer suposiciones. Muchos atribuían la existencia de los sacos a
un regalo de Dios, este era el caso de los religiosos, que cada vez que
aparecía un saco oraban en el culto u oficiaban misa, para agradecer a Dios por
los sacos. Los diferentes acontecimientos empezaron a darse lugar en la ciudad;
los periodistas televisaban misas o cultos de los religiosos, los religiosos
afirmaban que no había nada de qué preocuparse, porque, esta era una señal
directa del cielo, y no representaba más que la bendición; eso dijeron el
cardenal y el pastor más importante de la ciudad. La gente en sus casas
agradecía por esta serie de milagros que se presentaban en forma de saco. Nadie
lo cuestionaba. No tardaron las cadenas de diferentes difusiones a través de
las redes sociales, la gente incluso llegaba a tomarse selfies cerca de los sacos, a cambiar sus fotos de perfil en Facebook y actualizar sus estados con el
nuevo milagro del cual todos eran testigos, es decir, el milagro que
representaban los sacos. Aunque, nadie sabía en qué beneficiaban estos sacos
abultados, que aparecían a diario en la ciudad, la mayoría de las personas al
ver que todos estaban de acuerdo comenzaron a estar felices por ello.
Mis
amigos y yo todas las noches nos preguntábamos el origen de estos sacos,
debido, a que no nos bastaba la explicación que daban los medios de
comunicación y las redes sociales, y sobre todo no confiábamos en la versión de
los religiosos. Nos reuníamos a cuestionarnos el porqué de los sacos, mientras
tomábamos unas respectivas cervezas que siempre nos daban calma. Pensábamos que
el origen de los sacos podría ser maligno, por mucho que lo repetíamos en la
ciudad, nadie nos prestaba atención, ya que les bastaba la explicación
religiosa.
Decidimos
buscar diferentes fuentes, acudimos a los intelectuales. En el medio académico
se buscaban toda clase de explicaciones: escuchamos diferentes conferencias y
tesis acerca del origen de la aparición de los sacos abultados en la ciudad. La
ciencia nos decía que quizás solo era gente que había decidido contaminar el
planeta, depositando sus desechos en sacos y tirándolos por las noches. Esta
explicación nos pareció muy acertada, y de cierta forma nos tranquilizaba, sin
embargo quedaba por preguntarse qué clase de desechos eran arrojados. A esto
dieron respuesta algunos ingenieros que podían ser desechos industriales o de
construcción de diferentes empresas constructoras que no querían deshacerse
correctamente de sus desechos.
También,
no faltaban ciertas personas obsesionadas con la ufología que insistían que los
sacos abultados eran de origen extraterrestre. Ellos argumentaban que los ovnis
por la noche dejaban los bultos en toda la ciudad y lo hacían de manera tan
rápida que no existían testigos del evento. Esta versión nos pareció bastante
extraña así que decidimos descartarla porque nos estremecía la posibilidad
que seres de otro planeta quisieran atormentar nuestra pequeña y remota ciudad
con una serie de sacos misteriosos.
No
faltaron los narradores y poetas de la ciudad en dar sus aportes acerca del
misterio de los sacos, por la tarde y noche se reunían en diferentes lugares.
En los cafés y bares culturales los poetas escribían muchos poemas dedicados al
misterio de los sacos, es más, los miércoles se declaró como el día de la
poesía y narrativa para sacos, asistíamos a las tertulias en busca de
respuestas. A su vez, aprovechábamos para tomarnos unas cervezas y fumarnos
unos cigarrillos, al mismo tiempo, escuchábamos las diferentes obras que habían
inspirado el misterio de los sacos. Los poemas y cuentos eran muy intensos, de
tal manera que al leerlos se estremecían y entraban en una especie de transe.
Todo el mundo prorrumpía en aplausos. Salíamos de estos lugares todos los
miércoles por la noche muy borrachos, pero, sin ninguna respuesta que nos diera
alguna luz del caso.
El
apogeo de la literatura de los sacos llegó a tal punto que se decidió abrir un
concurso literario, que premiara el mejor cuento y el mejor poema que fuera
dedicado a los sacos abultados, que estaban por toda la ciudad a montones. El
jurado calificador tras muchas deliberaciones acordó entregar los premios, como
acto público en la alcaldía. Nosotros definitivamente asistimos, no porque nos
interesara la calidad de las obras literarias o los ganadores del premio, sino,
que queríamos una respuesta al misterio de los sacos abultados. Tampoco
conseguimos nada, los premios fueron entregados, los del primer lugar, segundo
y tercero. También les fue entregado mucho dinero a los ganadores, los poetas y
narradores electos ostentaban con mucha felicidad sus premios como si hubieran
cambiado el rumbo del mundo a través de sus obras. Como no encontramos
respuesta alguna, nos fuimos muy decepcionados a emborracharnos a la cantina
más cercana.
Los
días de intensa búsqueda nos llevaron a una sola respuesta posible, y era
encontrar la resolución por nuestros propios medios. Se nos ocurrió que antes
de hacer esto debíamos acudir a la justicia, la cual sin lugar a dudas no era
muy confiable en nuestro país, pero debíamos hacer el intento. Acudimos a la
policía junto con mis amigos, que parecíamos los únicos interesados en el caso.
Como siempre ir a una posta de la ciudad lo hacía sentir a uno muy inseguro,
puesto que siempre estos lugares además de ser muy lúgubres, eran demasiado
misteriosos. Por ejemplo: cada vez que íbamos a un lugar donde quedaba una
posta, descubríamos que en este lugar se hacía toda clase de cosas menos
investigar los casos, encontrábamos desde juegos de azar en el lugar hasta el
alquiler de estos sitios para otra clase de negocios que no era el de uso
oficial. La policía sin duda jugaba una doble identidad porque la misma
información que tenía la policía la tenían los delincuentes, nadie sabe ni cómo
ni por qué.
Una
vez que estuvimos en la posta policial descubrimos que el lugar tenía tiempos
de haber sido abandonado y que ya no funcionaba como una posta, sino que ahora
ahí se alquilaban las celdas como cuartos a quién podía pagar el precio.
También el lugar servía como negocio de comida (lo más cercano a un mercado
para ser exactos). Aunque cada vez que las televisoras llegaban, la misma la
policía montaba un operativo descomunal de la magnitud de agarrar a un gran
criminal, claro esto sólo duraba mientras las cámaras cubrían porque al terminar
la grabación las cosas volvían a la normalidad, las celdas eran vaciadas de
delincuentes y a veces se les pedía a los mismos que la alquilaban como cuarto
que sirvieran como parte del teatro.
Ese
día corrimos con la suerte de que había alguien en el lugar, debo contarles que
esto me impresionó sobremanera, seguramente ese día iba a llegar la televisora
más importante de la ciudad o mejor dicho la que más miraba la gente. Hace
mucho habían acabado los tiempos en los que un periodista se encargaba de
llevar la verdad a la población. La verdad era una mezcla de misticismo y
teatro, mientras ellos afirmaran que el país cambiaba porque era la voluntad de
Dios, todo el mundo se sentía seguro. Aunque esto estuviera muy lejos de la
realidad, la verdad era de quien podía pagarla.
El
caso es que acudimos a ellos y pedimos como ciudadanos que se esclareciera el
misterio de los sacos abultados. Ellos afirmaron que tenían desde hace meses
agentes en el caso. Es más, que el gobierno estaba haciendo todo lo que estaba
en sus manos y las de Dios, que siempre los acompañaba (al menos esto decían
ellos), puesto que su lema era “Servir y proteger, somos la mano de Dios”. Esto
tranquilizaba a la gente a veces, pero no a nosotros. Pedimos por favor que en
la medida de lo posible se nos mostrara los avances del caso, ellos afirmaron
que esto no era posible sin una serie de papeleos que llenar. El acceso a la
información pública nos permitía poder participar de esta información según
ellos, pero nos entregaron más de 100 formularios que pasamos llenando todo el
día y al terminar, lo único que nos mostraron fue que al no haber tenido
evidencias suficientes del origen y contenido de los sacos fue necesario
incinerarlos en el crematorio nacional. La categoría oficial era “Descartado por
falta de evidencias”. Entonces nos sentimos muy humillados por el tiempo que
nos habían hecho perder, les dijimos que eran unos ineptos y nos molestamos
mucho; nos fuimos de ahí muy molestos, realmente la situación parecía estar
embarrada de mierda, por así decirlo, al menos eso pensamos nosotros, que nos
fuimos del lugar maldiciendo a esos hijos de puta.
El
día siguiente decidimos tomar el asunto en nuestras manos. Apenas supimos que
nuevos sacos habían aparecido cerca del río, investigamos por la noche. Fuimos
en un carro hasta allá, nuestro amigo el que manejaba apagó las luces mientras
nos aproximábamos. Parqueamos el carro a unos metros del río, nos tocó
descender hasta la orilla de este, puesto que, estos sacos abultados parecían
que habían sido arrastrados por la corriente del río. Había 10 sacos en el
lugar y nosotros solo éramos tres. Cada uno de nosotros nos dispusimos a
aproximarnos, cada uno a un saco. Por supuesto, llevamos linternas con
nosotros, ya que la luz de nuestros smartphones
no era suficiente. Nos dispusimos a abrir los sacos con un cuchillo, yo tardé
mucho en abrir el mío, así que mis amigos abrieron los suyos antes y entonces
al unísono gritaron como si hubieran descubierto el eslabón perdido o el origen
de la vida. Yo corrí hasta el hallazgo de mis amigos y lo que encontré me erizó
la piel y tenía petrificado a mis amigos también, lo que descubrieron ellos en
sus sacos, eran ellos mismos dentro de los sacos, solo que muertos, amoratados
y con una expresión terrible en los rostros, evidentemente, eran ellos y como
no articulaban palabra, y no salían de su asombro, yo corrí hasta el saco que
no había terminado de abrir. Para mi susto el resultado fue el mismo, no
imaginaba, nunca hubiera imaginado verme a mí mismo de frente, muerto en ese
saco, no era alguien parecido a mí, era yo mismo, con una de mis camisas
favoritas, como suelo vestirme, esto no parecía una casualidad. Toqué el cuerpo
amoratado y cada detalle, cada lunar, mi cabello largo, mis dientes y con esa
mueca retorcida en mi rostro. Sentí que mi cuerpo se estremeció y de pronto
ciertos destellos aparecieron de la nada y sentí un golpe detrás de mi cabeza y
seguramente ese fue el destino de mis amigos.
Les
he contado la mayor parte de este misterio, hoy por la mañana me he levantado
asombrado, puesto que al levantarme me
encontré como estaba vestido. Estaba con mi pijama en mi propia cama. Yo estoy
seguro de esto, que nada de esto fue un sueño, pues al levantarme, encontré al
revisar mi teléfono un mensaje en mi pantalla que decía: “La verdad tiene un
precio muy alto, y solo es de aquellos quienes pueden pagarla”. Para mi asombró
descubrí al llamar a mis amigos que ellos también amanecieron en sus camas y
con el mismo lema en sus celulares. No puedo mentirles acerca de este caso que
ahora mismo he escrito para registrarlo, puede que nadie me crea, puede que
muchos intenten persuadirme que esto no es real, aunque las iglesias digan que
son señales de Dios, los científicos argumenten que son desechos industriales,
los ufólogos afirmen que son avistamientos de ovnis y alienígenas, aunque los
literatos se disputen premios con obras escritas en honor a los bultos, aunque
la policía diga que es un caso desestimado, mis amigos y yo jamás podremos
olvidar que esa noche al abrir los sacos, nos descubrimos a nosotros mismos
muertos. Jamás olvidaremos la frase con la que despertamos, aún me acompaña
cuando duermo: “La verdad tiene un precio muy alto, y sólo es de aquellos
quienes pueden pagarla”.