Aquí en las alturas es donde domina don Toño, acá es residente y nómada. Fotos│Varela, Noé (2017). |
YONNY RODRÍGUEZ | Ojojona
Un 6 de agosto, hace 80
años, nació don Antonio Nieto Silva, sacristán de la iglesia de Ojojona.
Con Noé Varela le pedimos
permiso para tomar fotos desde el campanario, él cedió con toda disposición y nos
abrió la portezuela que da acceso a la torre sur de la Iglesia San Juan
Bautista, luego volvió para reanudar la plática y el cigarro que había dejado a
medias.
Después de cinco minutos
subió, se depositó sobre las viejas tablas que le sirven de asiento, a
continuación sacó dos tapones de algodón y tomó un martillo pequeño: tápense los oídos, pues, sugirió. Ese
fue el primer repique de campanas y para nosotros, la señal de inicio de
nuestra plática.
Tras unos dulces y agudísimos repiques de la campana menor, viene el retumbo de las titanes de acero. |
Estuvimos como veinticinco
minutos acompañándolo. Contrariamente a otros personajes del pueblo, don Toño
carece de timidez; más bien es un hombre abierto y platicador que responde sin
guardarse nada.
Don Toño ha dedicado su
vida a la carpintería y a la albañilería y ahora trabaja como sacristán, que
para ser sensatos, no es un empleo como tal ya que no recibe una remuneración
digna. Según detalló, el año pasado sólo recibió mil lempiras de salario y este
apenas quinientos, por ende, esta labor no es más que un servicio social. También
es el guardia del Jardín de Niños Teófilo Martell.
Vista privilegiada la que tiene don Toño desde el campanario: su mejor pago. |
Si bien es cierto que
cualquiera podría realizar esa labor sin despeinarse, las condiciones donde se
desempeña don Toño no son adecuadas. Las tablas donde se sienta a tocar las
campanas están podridas y curtidas de estiércol de palomas. Ya hizo la
solicitud de un techo que tape esa parte del campanario, sin embargo, las
promesas sólo se han quedado en palabras. Contó que las aves ya se han
desgraciado en su sombrero en varias ocasiones.
Cuando subíamos, debimos
esperar que nuestros ojos se adaptaran a la cálida oscuridad de las escaleras
de caracol. Por su parte, don Toño tuvo que comprar un foco para abrirse paso
entre las sombras. Por fortuna, nunca se ha caído. No fue que se quejara, pero
es necesario que la gente se entere de estos pequeños detalles. Qué mejor
regalo de cumpleaños sería que le acondicionaran su espacio de trabajo.
Así espera que pasen los minutos hasta que toque estremecer nuevamente las ensordecedoras. |
Es importante aclarar que
recibe un estipendio cuando hay un fallecido, no obstante, así como caen en sus manos esas fichitas, así mismo
las invierte en baterías para el foco, en algodón y una vez hasta tuvo que
mandar a soldar el badajo de la campana grande cuando se quebró.
Buen gesto de la
feligresía fuera que le donaran un par de tapones para los oídos y un potente
foco de mano, mientras llega la voluntad de instalarle la energía en los
pasillos.
Apasible, un lugar de retiro, de meditación. |
Arribar a los ochenta años
no es fácil. Él ya lo hizo, y de buena manera. Quiere seguir el ejemplo de su
hermana mayor, doña Clementina, quien ya tiene noventaicinco.
GALERÍA
El hombre de piel curtida por el sol que ha entrado a los ochenta. |
Un rostro que evoca paz, pero nostalgia a la vez. |
Ojojona tiene sus encantos. La postal de cortesía. |
Y uno también absorbe la experiencia acumulada en este hombre. |
Por más que quisimos averiguar esta inscripción, no pudimos. |
Se afirma, busca su equilibro para azotar el badajo contra el acero. |
Esta viga y estos lazos de cuero tienen esta gran responsabilidad: sostener en vilo. |
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