En El Calvario se construye un "Rey Escorpión" de más de dos metros de alto. Fotos | Noé Varela (2017). |
YONNY RODRÍGUEZ | Ojojona
La
tradición de construir monigotes para fin de año continúa en Ojojona. A finales
de los ochenta, un grupo de amigos del
barrio La Pesa comenzó a elaborar estructuras para quemarlas en la última
noche del año.
Según
la costumbre, el año viejo, pichingo o muñeco representa las penas, los dolores
o los valladares que el hondureño sobrellevó a lo largo del periodo que termina,
por lo cual pasarlo por el fuego significa sacudirse la mala racha y entrar
purificado en el nuevo año.
Muchos
de estos monigotes también se elaboran para denunciar los actos de corrupción
más sonados durante el año; otros aluden cómicamente a personajes políticos o
de la farándula nacional a fin de motivar la curiosidad y promover la risa.
En
Ojojona el panorama cambia. No son flojos monigotes rellenos de ropa vieja y
pólvora, sino estructuras recias elaboradas con técnicas de piñatería y
carpintería de saludable pino, roble o encino.
Así,
la madera, la piel del suyate, el zacate, el periódico, el almidón, el maguey,
el cabello humano, el pelo de las colas de vaca, entre otros, forman parte de
los insumos usados en su elaboración.
Antes
se construían solamente en el referido barrio La Pesa, sin embargo, en unos ocho
años la tradición se extendió por los barrios Españita, El Carrizal, El Calvario,
Yucanteca y Poza del Banco.
Es
penoso mencionar que este año no habrá monigote en el barrio Yucanteca a raíz
del fallecimiento de don Valentín González, cuyos hijos hacían uno o dos monigotes.
Wilmer Banegas, Óscar Pérez y Miguel Ordóñez de El Carrizal. |