Pese
a la pertenencia a un mismo universo lingüístico, el grado de conocimiento que
en España existe respecto a la poesía más reciente de América Latina es
limitado. Y viceversa.
A
reducir esa distancia pueden contribuir dos antologías de reciente aparición:
País imaginario, que fue publicada en Quito, en 2011, por el poeta peruano
Maurizio Medo, con una selección de 29 poetas y que hace unos meses apareció en
España ampliada hasta 44 autores; y El canon abierto, una antología consultada
en la que se integran 40 poetas de ambas orillas del Atlántico.
País
imaginario es una selección de voces diversas con un hilo conductor: la ruptura
con el canon que el cubano Fernández Retamar vino a definir como “poesía
conversacional”. En la introducción se subraya esa quiebra y se sitúa a los
antologados en la zona más heterodoxa de la lírica latinoamericana.
Se
trata de poetas de 10 países (con dominio de Perú, México y Argentina) nacidos
entre 1960 y 1979. Junto a voces conocidas en España como Andrés Fischer o
Edgardo Dobry, en ella se recogen autores prácticamente desconocidos, aunque
han publicado en nuestro país, como el chileno Pedro Montealegre, el dominicano
León Félix Batista, el peruano Rafael Espinosa o el argentino Martín
Gambarotta, pasando por poetas con una obra consolidada como Sergio Raimondi,
Virna Teixeira o Paul Guillén.
Son
poéticas de la fragmentariedad, que miran a César Vallejo, que conectan con
Nicanor Parra y su antipoesía, con la línea menos directa de Raúl Zurita o del
uruguayo Eduardo Milán, con el concretismo brasileño y con posiciones
ideológico-semióticas de autores como Deleuze, Barthes o Negri vinculadas a
aquellas que permitieron, en los noventa, según los prologuistas, “repensar la
poesía en términos divergentes frente a la poesía de la experiencia”.
Otro
es el resultado de El canon abierto, sustentada en una consulta a cerca de 200
críticos cuya aportación ha consistido en la sugerencia, por parte de cada uno,
de cinco autores nacidos después de 1970 complementada con un comentario crítico.
El resultado de la “votación” ha sido claro: 40 poetas de ese universo
geográfico, con una clara (y lógica) mayoría de los hispanoamericanos.
La
revisión de nombres y poéticas indica, al contrario de lo que ocurre con País
imaginario, el ligero dominio de la estética más directa, heredera de lo que
fuera la poesía de la experiencia, aunque hay aperturas a la poesía órfica, un
suave surrealismo o la poética del fragmento, además de la reflexión sobre el
lenguaje y de la asunción de la crítica como señas de identidad en un mundo
globalizado.
Que
hay una gran distancia entre una y otra antología lo evidencia un dato: si en
País imaginario hay algo más de 20 poetas nacidos después de 1970, sólo 4 (los
mexicanos Julián Herbert y Luis Felipe Fabre, la peruana Victoria Guerrero y el
chileno Hernández Montecinos) están recogidos en El canon abierto. Poetas como
Javier Bello, David Cruz, Frank Báez o Carolina Fernández Restrepo muestran,
por otro lado, la pluralidad real de la poesía escrita en América, la “apertura
del canon”.
No
obstante, más allá de esa pluralidad, llama la atención, en el caso de los 13
poetas españoles antologadoS, la existencia de un nexo común: la práctica
totalidad ha obtenido premios promovidos por la editorial que acoge la
antología y, a excepción de dos, todos han publicado sus libros más relevantes
en ella, lo que indica cierta vertiente promocional que la transparencia del
proceso consultivo (ante notario) no parece evitar.
A
partir de ambas antologías, el lector tendrá un conocimiento más que notable de
la poesía reciente en castellano. Y una certeza: se acabó el dominio de una
estética: una “polifonía singular”, según Remedios Sánchez, se impone en el
siglo XXI.
Tomado de Babelia
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