[Forastera]


Creando tantos dilemas
apareció de la nada;
no sé de dónde o cómo,
pero irrumpió como agua
que emerge de un géiser.
Llegó así, como el alba…
y yo tan rapaz, tan presto
a besar su limpia cara.

En el umbral de la noche,
donde ésta callada bala,
justo con ella viniste,
allí estabas parada,
radiante, en medio de todos.
Me habló con perfumadas
palabras, con su genial
acento. Así ella hablaba.

Yo me quedé ido viendo
su cabello, cual cascada,
que brioso se precipita
recorriendo su espalda,
perfumando latitudes
y luego, en su mirada
planté la mía y supe
que esa es mi morada.

Aún no había abierto
su boca, aún no daba
su inefable sonrisa,
todavía no inmigraban
sentimientos tan abstractos
que a mi cándida alma
cerca estaban de entrar;
trayéndolos como brazas.

Ya locuras por montones
hemos hecho, ¡no sé cuántas!
Solemos improvisar
lo que venga, lo que salga.
ambos muy bien nos sentimos.
no me importa lo que haga,
todo me roba sonrisas,
mucho de ella me encanta.

Te escribo éste romance;
escribo todo a manera
de diario y te recuerdo
que aquí vives, en mi cabeza
y te viertes en mi vida,
en mi rutina, en mi agenda;
soy débil por decir no,
mas quiero tenerte cerca.

Valquiria, que a mi vida
llegaste súbita y llena
tu mochila de ilusiones
que me envuelven y me llevan
por los ignotos senderos
de éste disímil planeta
y haces sucumbir mi mente
ante tu sonrisa bella.

Te descompones en gama
de emociones, en paleta
de colores jubilosos
y sonoros que penetran
mis sentidos más sensibles,
luego te armas en eterna
y voluptuosa atracción;
y te quiero mía y plena.

Yo te puedo ver cual humo
o puedo sentirte recia
y vigorosa y colmada
de aptitudes y tareas
inherentes a tu oficio
de mujer que lucha a fuerza
de voluntad, que trasciende
por su clara inteligencia.

Líquida voz transparente,
horóscopo de perpetuas
risas; cardumen vivaz
de miradas tan secretas
y a la vez tan evidentes;
así es como proyectas
tu suigéneris carisma,

tu omnipresente belleza.

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