Juan Ramón Molina continúa poetizando desde el parque La Libertad



La estatua del poeta modernista se colocó para mantenerlo en la memoria de cada hondureño. Fotos: Yonny Rodríguez.


En una esquina del Parque la Libertad de Comayagüela se encuentra la estatua del poeta modernista hondureño Juan Ramón Molina, creada por el escultor mexicano Mario Zamora en 1992.

Fue a petición del Comité Promolina, integrado por vecinos de Comayagüela y Tegucigalpa, que Zamora la esculpió. El grupo decidió fortalecer la identidad de la ciudad con la escultura de Molina, quien aparece sentado en una banca donde se deja ver una sirena que evoca unos de sus más importantes poemas.

Al mexicano Mario Zamora se le encargó la creación de la figura de Molina.

Asimismo, la mirada del autor de Metempsicosis se dirige hacia el rio Grande o Choluteca, nombre de otro de sus escritos.

“La estatua de Molina se colocó en Comayagüela porque él aquí nació, justo en la Calle Real”, detalló Daniel Medina, asistente de la Dirección del CAC-UNAH.

De igual manera, al preguntársele a Medina cuál es el mantenimiento que recibe la figura, expresó que el Comité Proobras de Juan Ramón Molina es el encargado: “fueron ellos quienes mandaron levantar la cerca que protege al poeta”.

Emilio Flores está delegado en la vigilancia y mantenimiento de la estatua.

Además la estatua posee una estructura de fuente, aunque es válido mencionar que esta no funciona, efecto de la escasez de agua en la capital, un problema que dificulta la realización de su trabajo a Emilio Flores, encargado del mantenimiento del parque, y quien afirma que para él “es un placer limpiar la estatua del poeta”.

En este sentido, el Centro de Arte y Cultura de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (CAC-UNAH) tiene en carpeta el rediseño del parque La Libertad, el que pretende convertir en plaza, y donde se contempla asignarle un sitio especial al Modernista, de acuerdo a las palabras de Medina.

En años anteriores también funcionó la fuente de agua.

Un llamado a las instancias pertinentes para que de una vez por todas se decidan a apoyar la cultura y el arte hondureños; ya se ha visto cómo se deterioran hasta perderse inmuebles patrimoniales y estatuas, efecto de la indiferencia e ineptitud estatales.

A propósito de sus escritos, compartimos dos de ellos a continuación.


Pesca de sirenas



Péscame una sirena, pescador sin fortuna,
que yaces pensativo del mar junto a la orilla.
Propicio es el momento, porque la vieja luna
como un mágico espejo entre las olas brilla.

Han de venir hasta esta ribera, una tras una,
mostrando a flor de agua el seno sin mancilla,
y cantarán en coro, no lejos de la duna,
su canto, que a los pobres marinos maravilla.

Penetra al mar entonces y coge la más bella,
con tu red envolviéndola. No escuches su querella,
que es como el aleve de la mujer. El sol

la mirará mañana entre mis brazos loca
—morir bajo el divino martirio de mi boca—
moviendo entre mis piernas su cola tornasol.



Metempsicosis



Del ancho mar sonoro fui pez en los cristales,
que tuve los reflejos de gemas y metales.
Por eso amo la espuma, los agrios peñascales,
las brisas salitrosas, los vívidos corales.

Después, aleve víbora de tintes caprichosos,
magnéticas pupilas, colmillos venenosos.
Por eso amo las ciénagas, los parajes umbrosos,
los húmedos crepúsculos, los bosques calurosos.

Pájaro fui en seguida en un vergel salvaje,
que tuve todo el iris pintado en el plumaje.
Amo flores y nidos, el frescor del ramaje,
los extraños insectos, lo verde del paisaje.

Tornéme luego en águila de porte audaz y fiero,
tuve alas poderosas, garras de fino acero.
Por eso amo la nube, el alto pico austero,
el espacio sin límites, el aire vocinglero.

Después, león bravío de profusa melena,
de tronco ágil y fuerte y mirada serena.
Por eso amo los montes donde su pecho truena,
las estepas asiáticas, los desiertos de arena.

Hoy (convertido en hombre por órdenes obscuras),
siento en mi ser los gérmenes de existencias futuras.
Vidas que han de encumbrarse a mayores alturas
o que han de convertirse en génesis impuras.

¿A qué lejana estrella voy a tender el vuelo,
cuando se llegue la hora de buscar otro cielo?
¿A qué astro de ventura o planeta de duelo,
irá a posarse mi alma cuando deje este suelo?

¿O descendiendo en breve (por secretas razones),
de la terrestre vida todos los escalones,
aguardaré, en el limbo de largas gestaciones,
el sagrado momento de nuevas ascensiones?   

Comentarios