Hoja de poesía de Fernando Pessoa

  Fernando Pessoa (Lisboa, 1888- id., 1935), poeta portugués. Pasó su infancia y juventud en la república de Sudáfrica e inició estudios de derecho en la Universidad de El Cabo, y regresó a Lisboa en 1905. Inició su obra literaria en inglés, aunque a partir de 1908 creció su interés por la lengua portuguesa.

Foto: Cortesía.
  Su obra es una de las más originales de la literatura portuguesa y fue, junto con Sá Carneiro, uno de los introductores en su país de los movimientos de vanguardia. A partir de 1914 proyectó su obra sobre tres heterónimos: Ricardo Reis, Álvaro de Campos y Alberto Caeiro, para quienes inventó personalidades divergentes y estilos literarios distintos.

  Frente a la espontaneidad expresiva y sensual de Caeiro, Ricardo Reis trabaja minuciosamente la sintaxis y el léxico, inspirándose en los arcadistas del siglo XVIII.
  Álvaro de Campos evoluciona desde una estética próxima a la de Whitman hasta unas preocupaciones metafísicas en la tarea de explicar la vida desde una perspectiva racional.
  Sobre estos desdoblamientos del poeta en varias personalidades, se reflejan sus distintos yos conflictivos, y elabora su propia obra poética, a veces experimental, una de las más importantes del siglo XX y que en su mayor parte permaneció inédita hasta su muerte.
  Su poesía, que supone un intento por superar la dualidad entre razón y vida, fue recogida en los volúmenes Obras completas: I. Poesías, 1942, de Fernando Pessoa; II. Poesías, 1944, de Álvaro de Campos; III. Poemas, 1946, de Alberto Caeiro; IV. Odas, 1946, de Ricardo Reis; V. Mensagem, 1945; VI. Poemas dramáticos; VII. y VIII. Poesías inéditas, 1955-1956.


Libro I de las Odas, 1924

V

Como si cada beso
fuera de despedida,
Cloe, mía, besémonos, amando.
Tal vez pronto nos toque
el hombre la mano que llama
a la barca que viene sino vacía;
y que en el mismo haz
ata lo que fuimos mutuamente
y la ajena suma universal de la vida.

XII

La flor que eres, no la que das, yo quiero.
¿Por qué me niegas lo que no te pido?
Tiempo habrá para que me niegues
después de haberlo dado.
Flor, ¡séme flor! Si te temo avaro
la mano infausta esfinge, tú, perenne
sombra vagarás absurda,
buscando lo que no diste.

Odas publicadas por Fernando Pessoa
en la Revista Presença (1927-1933)

22

¡Cuánta tristeza y amargura ahoga
en confusión la estrecha vida!
Cuánto infortunio mezquino
nos oprime supremo!
Feliz el bruto que en los verdes campos
pace, para sí mismo anónimo, y entra
en la muerte como en casa;
o el sabio que, perdido
en la ciencia, la fútil vida austera eleva
más allá de la nuestra como el humo que alza
brazos que se deshacen
a un cielo inexistente.

25

Ya sobre la frente vana encanece
el pelo del joven que perdí.
Mis ojos brillan menos.
No tiene ya derecho a besos mi boca.
Si me amas todavía, por amor no ames;
me traicionarías conmigo.

28

Para ser grande sé entero: nada
tuyo exageres o excluyas.
Sé íntegro en cada cosa. Pon cuanto eres
en lo mismo que hagas,
así en cada lago la luna entera
brilla, porque alta vive.

Odas de publicación póstuma
(1935-1987)

38

Sabio es el que se contenta con el espectáculo del
mundo,
y al beber ni recuerda
que ya bebió en la vida,
para quien todo es nuevo
y siempre inmarcesible.

Corónenlo pámpanos, o hiedras, o rosas en voluta,
él sabe que la vida
pasa por él y lo mismo
corta la flor que a él
de Átropos la tijera.

Mas él sabe que el color del vino oculte esto,
que su sabor orgiástico
apague el gusto a las horas,
como a una voz llorando
al paso de las bacantes.

Y él espera, casi contento, bebedor tranquilo,
y tan sólo deseando
con un deseo mal habido
que la abominable ola
no lo moje tan pronto.

107

Nadie a otro ama, sino que ama
lo que de sí hay en él, o se supone.
Que no te pese que no te amen. Te sienten
quien eres, y eres extranjero.
Cuida de ser quien eres. Te amen o no.
Firme contigo, sufrirás avaro
de penas.

110

Quiero ignorado, y sereno
por ignorado, y propio
por sereno llenar mis días
de no querer más de ellos.

A los que la riqueza toca
el oro irrita la piel.
A los que la fama sopla aliento
empaña la vida.

Para los que la felicidad
es sol, vendrá la noche.
Pero al que nada espera
todo lo que venga es grato.

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