Diálogo sobre las tablas con el dramaturgo Fernando Vidal Medina



Vidal Medina junto a parte de la escenografía de Jovita.
YONNY RODRÍGUEZ | TEGUCIGALPA

El dramaturgo y director escénico colombiano Fernando Vidal Medina llegó a Honduras este miércoles a presentar Jovita frente al espejo roto y a la vez a sostener una retroalimentación con la comunidad teatral capitalina.

En efecto, el viernes Vidal tuvo una disertación en la casa del Teatro Memorias por un lapso de tres horas con público procedente de la Escuela Nacional de Arte Dramático (ENAD) y unos cuantos actores de grupos capitalinos.  Fue acompañado por Tito Ochoa, director de Memorias.

Posterior al conversatorio dialogué con él para conocer más a profundidad sobre su vida dedicada totalmente al teatro. A propósito la entrevista.

BR: Maestro, ¿cómo surge la oportunidad de venir Honduras?

FVM:La iniciativa surge en virtud de la amistad que tenemos con Tito Ochoa. Él dirigió una obra de Moliere en el marco de un proyecto pedagógico de Bogotá, asimismo, yo fui el productor de La cantante calva, que se montó en Cali y que también fue dirigida por Tito Ochoa; entonces desde principios del año él ha estado pendiente de nuestros proyectos hasta que nos propuso venir.

¿Qué sabe del oficio teatral hondureño?

El primer contacto con el teatro hondureño lo tuve en 1973 cuando un grupo de seis actores hondureños estuvieron en Cali trabajando en el tema de la creación colectiva, haciendo algo que allá llamamos estadía de formación. Así conocí un poco de su teatro a través de ellos.

¿Cuál es la aceptación del teatro en Colombia?

Puedo empezar de ahora hacia allá. Hace poco tuvimos el Festival Internacional del Teatro de Cali, que fue un trabajo en concertación entre el medio teatral y la entidad de la Alcaldía que hizo un aporte. Hubo dudas sobre si la gente iba a asistir al teatro puesto que eran noventa funciones en sólo siete días. Nosotros estábamos muy optimistas, pero la institucionalidad no tanto. Pese a lo anterior, se hizo un trabajo de divulgación bastante fuerte y todas las salas estuvieron llenas, hubo gente que se vio obligada a regresarse. En promedio se movilizaron al menos 30 mil personas en la ciudad de Cali. ¿Eso qué significa, que todo el año están yendo al teatro? No. Significa que por las condiciones actuales se requiere mucho trabajo de divulgación para generar convocatoria y que la gente atienda cuando se entera. Y es que es un programa en el que la gente sale de la casa, parte con otros, se toman algo, comparten y dialogan, entonces el teatro se vuelve una opción muy interesante. Debemos reconocer que el sector teatral tiene que plantearse qué tipo de teatro le va a ofrecer a ese público.

¿Cómo inicia su camino en el teatro?

Yo empecé a hacer teatro en el colegio desde muy niño. Ya cuando llegué al bachillerato varios amigos nos metimos en un programa que se llamaba Preuniversitario que estaba a cargo de Andrés Caicedo, quien por cierto después se volvió muy famoso como novelista, entonces él tenía un par de obras escritas que quería montarlas. Estuve en sus montajes. Luego entré al teatro universitario y al teatro de la creación colectiva, después estudié una carrera, estudié Derecho; me gradué y trabajé un tiempo como profesor universitario, pero finalmente tomé la decisión de irme a España a estudiar y volver profesionalmente.

¿Cuánto tiempo va a estar en Honduras?

Vine el miércoles sólo a hacer estas presentaciones. Me voy el domingo.

¿Ya presenció alguna obra de teatro hondureña durante su estadía?

No, lastimosamente. Siempre como parte de los intercambios me gusta ir y ver, eso es parte, pero bueno, tuvimos esta oportunidad de dialogar, algo que me parece es muy importante.

¿Qué lo motivó a crear el Festival Internacional de Teatro de Cali?

Bueno, más que todo hice un trabajo de mediación entre el sector y la Secretaría de Cultura, no fue iniciativa mía; digamos que mi papel fue un poco conciliar distintas miradas para lograr cristalizar el proyecto y llevarlo a cabo.Me ayudó el haber tenido la experiencia de dirigir otros festivales. Lo que logramos en este fue conformar un equipo bastante profesional.

¿Qué opinión le merece el teatro social que se hace acá?

Yo pienso que el teatro siempre quiere descifrar la realidad que se vive y generar algunas respuestas. Creo que el teatro hondureño ha sido muy vigoroso, conozco varios relatos que Tito que me ha contado en estos días. Me parece que a veces las obras montadas en cierto momento tienen lecturas muy particulares que ayudan a descifrar una realidad, aunque la intención no sea tan directa, y creo también que en un momento como el que se está viviendo en Honduras y Latinoamérica el teatro permite ver la realidad desde otro punto de vista. No sabría si llamarlo correcto o incorrecto, no creo que este sea el término de valoración, pero sí ayuda a poder verla desde otro punto de vista cuando los medios de comunicación están refrendando una sola mirada para dar a entender las cosas,entonces es allí donde surge el teatro para mostrar el otro ángulo de la realidad.

¿Cómo ha sido su experiencia en los campos de branding y marketing cultural de sus obras?

Realmente el trabajo de productor está muy encaminado a materializar la obra y en ese sentido a buscar alianzas estratégicas a través de fundaciones, de entidades estatales y privadas. Mucho de mi trabajo ha sido buscar estrategias para financiar las obras que estrenaré con el público que ya tengo, que ya conoce mi trabajo.Esto le permite que sea copartícipe o, de alguna manera, socio del proyecto.

En este sentido, ¿qué opina del teatro mal hecho?

Yo opino esto: el teatro genera una atención en el espectador o no la genera. Se dice que el gran indicador del logro de una obra está en las sentaderas del espectador; cuando el espectador se empieza a mover, se aburre, tiene la tentación de chatear u otra cosa, lo perdimos para la obra. Creo que una obra que es capaz de mantener la atención del espectador es una buena obra, siempre y cuando esté dentro de los rangos estéticos que a mí me interesen. El teatro malo es el teatro aburrido.

Ahora, ¿qué piensa usted de los públicos cautivos?

Un público cautivo es el que se tiene con los estudiantes a los que se les programan actividades pedagógicas a través del teatro. A mí en particular cuando me invitan a hacer obras con público cautivo, antes de empezar la obra digo a los estudiantes que si les han puesto tareas sobre la obra, que de una vez me las digan, que yo se las respondo para que puedan ver tranquilos la obra. Trato de hacer eso, porque cuando la obra se vuelve una tortura por una calificación se pierde la posibilidad de gozar.

Escena de Jovita frente al espejo roto. Foto │ Teatro La Concha.

Hábleme brevemente de Jovita frente al espejo roto.

Bueno, Jovita frente al espejo roto es la mirada sobre un personaje de la ciudad que tiene un nivel de recordación muy grande, pero sobre el cual todas las miradas la tratan de loquita, o las actuaciones que se han hecho de ella son mucho desde lo grotesco, de lo carnavalesco y está muy bien esa mirada, pero queríamos plantearnos una indagación de ella, desde su dimensión humana, en donde se actúe la locura… tratar de descifrar su comportamiento y su locura a través de los cambios de ánimo y de su mirada del otro, de la otredad, y para eso recogimos todas las entrevistas que durante cuatro décadas se han hecho sobre ella en la prensa escrita; hicimos un trabajo de archivo, y del aula de ella surgió un poco el imaginario, una visión del mundo y desde allí construimos esta ficción.

¿El arte debe responder a la realidad de un país, existe algún tipo de responsabilidad para con éste?

Yo creo que existe primero una realidad para con uno mismo, con su dimensión humana. Y es que cuando uno hace arte quiere el mejoramiento de la calidad de vida y la transformación de una sociedad; no hablemos desde el punto de vista ideológico ni desde el punto de vista de la militancia política; el mundo debe tender a mejorar, a evolucionar, a qué le podemos aportar para mejorar la calidad de vida. Eso es el propósito y responsabilidad.

¿Quién es Fernando Vidal Medina?

Una persona que optó por el teatro y por el arte como un proyecto de vida, pero más sobre el arte en general porque permite ver desde otros lugares y mundos posibles las cosas que volverían a la rutina un poco más angustiosa. Más que el teatro como profesión, para mí el arte es una pasión, como una posibilidad de escuchar a los compositores, a los poetas, al cine y a todas las formas de expresión artísticas; sus puntos de vista y así hilvanar un diálogo. No es que todo me guste, pero yo entiendo que la obra de cada artista es una manera de dialogar con la humanidad.

Usted habla de dialogar, ¿se ha entrevistado con los principales teatreros de Tegucigalpa en lo que va de su estancia?

Sí, hemos tenido la oportunidad de dialogar y hasta quedamos de vernos este sábado para seguir teniendo estas posibilidades en torno a la escuela e intercambiar obras. Creo que eso es necesario.

Cuando se refiere a intercambiar obras, ¿deja abierta la probabilidad de hacer un intercambio entre grupos y compañías de ambos países?

Sí, totalmente. Me parece que es necesario. Es que somos el mismo país en términos de visión cultural, de mestizaje, de religiosidades; culturalmente somos muy parecidos. Las diferencias son meramente geográficas. Vale la pena reconocernos.

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