Hermes Reyes: «Soy un idealista que intenta imitar el ejemplo de seres humanos que desearon un continente mejor»

Hermes Reyes junto a la ambientalista Berta Cáceres, asesinada en 2016.

YONNY RODRÍGUEZ │ Estelí

Hermes Reyes es uno de los artistas más versátiles que Honduras tiene, sus campos de acción van desde el teatro, la pantomima, los títeres, pasando por la gestión cultural e investigación social hasta las defensorías de los derechos humanos de los pueblos originarios.

Una vida así de interesante, dedicada al servicio y protección de los demás, no puede pasar desapercibida, por esta razón, el Blog de Cultura ha querido conocer sus puntos de vista sobre temas culturales, sociales y políticos, su trabajo como artista y su relación con las leyes.

A continuación, las respuestas a la serie de preguntas realizadas.

¿Fue su padre quien le inculcó el amor por el teatro o cómo entra usted en este mundo?

Antes de todo, gracias por la entrevista. Espero aportar con mis visiones personales a construir un mundo más humano porque el que actualmente tenemos es involutivo, convirtiéndonos en presas y depredadores de nosotros mismos. Pues, mi padre me leía la mayoría de las noches de mi adolescencia libros como El Quijote de la Mancha, y no solo me leía, también comenzaba a interpretar los personajes de don Quijote, Sancho y Dulcinea, lo que hacía que mi mente cobrara vida y comenzara a volar por esos imaginarios de don Miguel de Cervantes; eso provocó en mí mayor inquietud por saber cómo podría imitar esos gestos y cambios de voces. Luego, comenzó a llevarme a ver sus obras de teatro con el Grupo Dramático de Tegucigalpa que se ubicaba en la colonia La Reforma (ya no existe). Me encantaba subirme al escenario antes que comenzara la función y repetir los parlamentos y personajes de la obra en la que él participaba, por lo que ya comenzaba a interpretar sin director y a pura imaginación e imitación a temprana edad. Recuerdo mucho sus actuaciones como Los inocentes, de Jacinto Benavente y El Monte Calvo, entre otras, que me motivaron aún más a ser de actor. Y la parte humana también fue producto de lecturas sensibles como Las cárceles clandestinas de El Salvador, escrito por Ana Guadalupe Martínez, La metamorfosis, de Frank Kafka, Cipotes, de Ramón Amaya Amador, entre otros. Para ese entonces, ya comenzaba a surgir una serie de preguntas que necesitaban ser contestadas, pero que él sabiamente respondía poco a poco, y con alta sensibilidad pedagógica para no crear odios en mi formación; así que mi padre, sin querer hacerlo y más que todo movido por mis inquietudes, formó parte de mi carácter humanístico y artístico, que luego comencé a pulir en mis primeras incursiones en el teatro infantil y estudiantil. Una cosa que me interesa mucho compartir es que, cuando tenía 13 o 14 años, mi padre me llevó caminando a lo largo del bulevar Los Próceres y me explicó parte de la historia de las luchas en el continente americano, utilizando como referencia cada uno de los bustos que estaban allí (muchos ya no están), por ejemplo, Simón Bolívar, Antonio Maceo, Sucre, Francisco Morazán y otros que ahora no recuerdo. Allí surgió el idealista que hoy cumple cuatro décadas deseando imitar el ejemplo de esos seres humanos que soñaron con un continente americano mejor.

¿A qué edad se estrena sobre las tablas y con qué obra?

A los seis años en el Teatro Nacional Manuel Bonilla con una obra que mi padre dirigió llamada La Faja, escrita por un zapatero y dramaturgo nacional de nombre Pedro Vigil.

¿Qué le ha dejado hasta ahora hacer arte en Honduras?

Alegrías, conocimiento, retos, sencillez, creatividad, amigos sinceros, sentir más al humano, locuras, amor, hijos, lágrimas cuando entiendo demasiado a mis personajes; a veces hambre y frío porque nos hemos presentado a la intemperie y nos tocó dormir en alguna cancha, y como un pequeño príncipe cuando he visitado otros países del nuevo y viejo continente y nos han dado atenciones especiales, pero, sobre todo, humildad la que deseo seguir cultivando.

¿Qué opina del teatro que se realiza actualmente en Tegucigalpa?

Sobrevive y necesita de mayor compromiso con la dramaturgia nacional. En algunas ocasiones el teatro es técnicamente muy bueno, pero hace falta locura y desafío que conlleve a mostrar al mundo cuáles son nuestras propuestas en el teatro hondureño.

¿El arte debe ser testimonio de nuestra realidad o se debe intentar evadirla mediante montajes de mero entretenimiento?

Pienso que debe haber un equilibrio en esto, porque el teatro debe proponer la investigación y el fortalecimiento de la conciencia crítica en el público que lo ve, pero también entiendo que la gente necesita reírse en un país que hace votos por borrar esa risa del rostro de cada ciudadano y ciudadana. Sin embargo, considero que los y las que se dedican al mundo del entretenimiento no comprenden que este debe ser un entretenimiento pensante y no vulgar, como pasa muchas veces en los teatros de aficionados. Creo que al público hay que darle lo que le gusta, pero hay que dárselo bien y no por ello alimentar su ignorancia y su falta de entretenimiento de buen gusto, es decir, siempre se puede reír y aprender más, siempre se puede ser sarcástico y sutil en la polémica que nos haga crecer. Algo así como Moliere que se burlaba de los cabezones del poder en su cara y los hacía reír hasta la locura y estos le correspondían dándole aplausos y admiración.

¿Por qué hace teatro, por qué arte?

Porque es mi forma de servir a los humanos, porque es uno de los tantos métodos para llegar a ellas y ellos, de transmitir sentimientos, sensaciones, pensamientos y proponer otra realidad, porque no podría hacer otra cosa que no sea ver la sonrisa de un niño, de un joven o de una anciana que está en el ocaso de su vida.

¿Quién define si una obra está bien montada… el público, los directores, los actores, otros grupos?

En principio, el público, si en los días siguientes de haber visto la propuesta siguen sintiendo y percibiendo muchas cosas; luego, los que vivimos en el mundo del teatro, si nos sentimos sorprendidos con los elementos de actuación, dirección, escenografía, vestuario, etcétera.

¿Será necesario que haya crítica teatral y más dramaturgos en Honduras?

Claro que sí, porque eso nos exigiría más, pensar en que las nuevas propuestas deben ser desafiantes, como lo decía en Calígula Albert Camus, “luchar por lo imposible.”

¿Usted ve problemas o atrasos en el teatro, respecto a lo que ha visto en otros sitios?

He visto nuevas propuestas de teatro en países que tienen una sociedad más avanzada que la nuestra, por supuesto; es decir, si la educación es atrasada el arte será su reflejo, si la economía es atrasada y la población prioriza comer, comprar medicamentos caros o pagar la luz y el agua y demás necesidades, entonces obviamente queda en evidencia que el teatro no está dentro de sus necesidades básicas. En Colombia, para no ir muy lejos, se cobra un impuesto al arte y la cultura para fortalecer las compañías de arte, exposiciones, orquestas, musicales, etcétera, lo que indica que existe un consumo del arte por parte de ciudadanía en niveles interesantes.

¿Cuál es la condición actual del teatro en Honduras, es decir, es bueno, malo, qué le sobra, qué le falta?

No puedo calificarlo con los indicadores que usted me pide porque es poco lo que podría decir, no obstante, puedo decir que, pese a que el Estado insiste en que los hacedores de teatro desaparezcamos, nos resistimos a desaparecer. Hace falta una organización política de los trabajadores del arte y la cultura que nos lleve a dejar como herencia una academia a partir de lo que hemos aprendido y logrado, y por supuesto, eso hará que las propuestas escénicas superen a nuestro tiempo.

Una vez un director me dijo que en Honduras se hace “teatro pobre”, ¿será cierto, a qué se refería?

No sé si refería al teatro pobre del brasileño Augusto Boal, quien propuso que el teatro fuera más ligero de indumentarias y parafernalia y que debía ser rico en su esencia crítica, o se refería a la pobreza que veía en las propuestas dramatúrgicas y de montaje de las obras que esa persona habrá visto. Por mi parte, creo que si existe un estancamiento creativo en algunas propuestas de algunos grupos que son más constantes que otros y que llevan más de una década haciendo teatro y otros directores que se han apegado a las propuestas de los clásicos y dramaturgos internacionales, que no está mal, pero que se necesita que creamos más en nuestras propias propuestas, que se fortalecerán en la medida que hagamos una práctica dramatúrgica a mediano y largo plazo.

Hermes actuando en la película «Voz de ángel».
Ahora, usted es defensor de derechos humanos de amplia trayectoria, ¿cómo cae en ésta instancia, ¿qué motivó esta decisión?

En el año 2008, cuatro fiscales realizaron una huelga de hambre en los bajos del Congreso Nacional, luego se unieron dos más y después aproximadamente 60 personas más nos sumamos con el objetivo de que en el Ministerio Público abriera los principales expedientes que señalan a los altos funcionarios en los casos de corrupción más grandes de los últimos 15 años. Después de esa huelga de hambre se organizó el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ), cuya tarea es organizarlo a nivel nacional para combatir desde las sociedades la corrupción en todos los niveles.
En ese trabajo de organización territorial es cuando comienzo a dar mis primeros pasos en la defensoría de los DDHH y sobre todo, empiezo a concentrarme en los derechos de los pueblos indígenas y negros, comunidades que se organizan por la defensa de los recursos naturales y me doy cuenta de la gran demanda de justicia que existe en el interior del país en los temas que señalo, y es así como realizo un trabajo de aprendizaje, haciendo práctica a la vez con campesinos y campesinas del Bajo Aguán que año con año son perseguidos, encarcelados o ejecutados por los poderes fácticos de esa zona y los órganos de investigación que están al servicio de estos, principalmente, la clase política empresarial y agraria del Bajo Aguán. Luego, comienzo un hermoso trabajo de defensoría de los derechos humanos del pueblo tolupán que defiende sus territorios y sus bienes comunes de la naturaleza y en este trabajo me entero de que más que marginados, los tolupanes de las montañas de Yoro están relegados al olvido y al destierro de sus propios territorios, para usurparlos, expropiarlos, explotarlos y matar la vida que yace en los ríos, bosques y subsuelos.

¿Qué conocimientos se debe poseer para defender a los demás?

En principio, se debe tener consciencia de la dignidad humana, la justicia social que no precisamente debe reducirse a la idea de un estado de derecho. Luego, es importante saber que todos y todas somos portadores de una dignidad, independientemente de la forma de pensar o actuar de cada individuo, y que debido a esa dignidad es que somos capaces de defendernos de cualquier tipo de ataque que venga de otro ser humano. De igual forma, hay que tener conocimientos básicos sobre las leyes del país para aprender a persuadir y disuadir acciones de hostilidad o violencia que se nos presente y sobre todo, entender que debemos calcular bien nuestras acciones para controlar con inteligencia las acciones violentas.

¿Cómo y cuándo conoció a Berta Cáceres?

La conocí hace más de 12 años en La Esperanza cuando fuimos a presentar una obra de teatro en la Escuela Normal. Allí comenzó una hermosa amistad que se fue fortaleciendo con el paso del tiempo, sobre todo, cuando comenzamos a viajar por los territorios lencas buscando cómo fortalecer el COPINH y las alianzas con el MADJ y los pueblos garífunas, representados por la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH).

¿Cómo era ella?

Sencilla, amorosa, sincera, constante, sensible a cada noticia de injusticia, comprometida, con claridad de pensamiento, palabra y acción; podría decir que era tímida para hablar de su vida privada, pero con mucho conocimiento para defender a su gente, a sus ríos, a los bosques, al aire y las visiones de los pueblos originarios. También tenía ideas claras del tipo de país que debíamos tener, que provenían precisamente de esas mismas cosmovisiones de los ancestros y ancestras para compartirlas con la sociedad de hoy, sin asesinar la naturaleza y buscando el equilibrio del ser humano. Le gustaba mucho reírse de mis chistes, muecas y actuaciones cómicas en momentos tristes para ella, después de imitar a algún amigo en común, me decía, «puta, compita, usted es el único que me hace reír».

¿Qué le espera al arte, a la cultura y la población hondureña en los próximos diez años?

No podría adivinar lo que le pueda suceder al arte y la cultura de un país. Por más que un Estado quiera desaparecer las expresiones artísticas, creo que no podría con ellas, lo que sí puedo decir es que bajo este concepto de Estado que tenemos seguiremos experimentando la mediocridad en las políticas de arte y cultura porque tenemos una clase política inculta que cree que andar en los teatros con esmoquin viendo espectáculos vacíos, es tener buen gusto, o ser agregado o agregada cultural en otras naciones les da derecho de ver a los demás por encima de los hombros solo porque «vi Cats o Carmina Burana en el Palacio de Bellas Artes en México, pero de políticas culturales no sé nada». Creo que los trabajadores del arte y la cultura somos los llamados a crear un espacio independiente que tenga representación nacional e internacional y que proponga el rumbo de las artes y la cultura, es decir que tenemos que ser políticos y estratégicos para sentar las bases de una secretaría de artes y cultura descentralizada del Estado, que posea poder de decisión, gestión, organización y fomento a las artes y la cultura.

¿Cree que desde el arte se pueden hacer propuestas serias de transición hacia un mejor statu quo?

Creo que hay buenas propuestas, lo que hace falta es mantener un interés permanente por una estructura política de los trabajadores del arte y la cultura, y cuando digo política no me refiero a la de partidos, sino a la lucha desde los social de lo trabajadores del arte y la cultura.

¿Por qué no vemos -como en Guatemala- artistas que se postulan a cargos de elección popular?

Bueno, creo que al margen de lo que propongan otros países, vamos avanzando en que los trabajadores del arte y la cultura comiencen a ser parte de una propuesta política amplia, multicultural y plurilingüística junto a los pueblos originarios, es decir, que los trabajadores de la cultura y los pueblos indígenas y negros sean aliados estratégicos para impulsar posibles candidatos a cargos de elección popular que lleven propuestas serias sobre el desarrollo del arte y la cultura y su vinculación con todos los temas sociales que le competen a una nación.

Reyes, en otra de sus facetas.
Desde su perspectiva, ¿qué necesita ser o hacer el ciudadano hondureño para tomar en cuenta su cultura y sus artistas?

En principio, debemos construir una Ley Orgánica y de Fomento a las Artes y las Culturas. Esta Ley debe obligar a reformar la Ley de Educación del país para que ambas caminen de la mano, asimismo, crear generaciones sensibles, amantes y constructoras de arte y de cultura desde el punto de vista educacional, o sea, debemos tener profesionales de las ciencias que sean hacedores de arte, profesionales de las tecnologías que sean artistas, de todo tipo de profesionales que antes de graduarse experimenten el desarrollo de las artes en sus procesos académicos, así tendremos lo que usted menciona, ciudadanos que exigen alimentar su vida de las propuestas artísticas y culturales de una nación.

¿Cree en una revolución social y cultural a corto o largo plazo?

Creo que podemos dar un aporte significativo desde el quehacer artístico, comunicacional, para activar una revolución social, pero creo que se hará a largo plazo, si los que estamos ahora nos comprometemos a trabajar sin descanso y sin desánimo.

¿Hay algo que quisiera agregar?

Solamente agradecer la entrevista y desear que este tipo de apoyo de su parte y de las comunicaciones alternativas comiencen a multiplicarse para lograr niveles de influencia tan necesarias para el cambio. Gracias.