La oficina principal de la calle peatonal de Tegucigalpa reporta más de cien visitas diarias. Foto│ElTiempo.hn |
YONNY RODRÍGUEZ │ Estelí
La migración genera una diversidad de
sentimientos y actividades, entre ellos, el recuerdo del ser querido que se va,
sin embargo, con el tiempo las familias se acostumbran y las condiciones mejoran.
Por una parte, los que se quedan comienzan
a recibir remesas o artículos y los que se fueron también son sorprendidos con
pequeños regalos que representan la cultura del país de origen o los objetos de
especial valor sentimental.
No obstante, para que estos lazos se
estrechen, debe existir un ente que haga posible tal felicidad, tal contacto,
es por eso que la Empresa de Correos de Honduras (Honducor) se encarga de enviar y recibir los mencionados paquetes.
El lunes pasado, el Blog de Cultura visitó las oficinas del
Correo Nacional para conocer con más detalle los productos más enviados y
recibidos en sus cuatro oficinas en Tegucigalpa.
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Entre otros, desde Honduras se mandan alimentos como rosquillas,
chocolates, dulces, café, frijoles, queso y tortillas. Es preciso mencionar
que los anteriores productos se envían con más rapidez por su carácter
perecedero.
Hay otra suma de productos que duran
menos de diez días, por tal razón no pueden ser enviados a ningún destino fuera
de Honduras.
De similar manera, los hondureños se
abocan al Correo para enviar artesanías como suvenires y hamacas, lienzos de
pintura, libros y medicamentos comunes que tengan su respectivo registro
sanitario; es prohibido enviar medicinas sin prescripción.
Contaron los empleados de Honducor
que en una ocasión una persona envió una
serpiente disecada. Hay que aclarar que el aceite de cascabel es utilizado
como medicamento casero.
Incluso manifestaron que, aunque
pueda parecer extraño o alocado, a veces hay personas que llegan para enviarle
churros a sus familiares.
Correspondencia
Hoy en día, el envío de cartas parece
haber quedado prácticamente en el olvido. Lo que durante siglos fue la
principal vía de comunicación escrita, ahora se ha visto afectada por la tecnología,
y en especial, por la creación y la eficacia de las redes sociales.
Solamente los señores mantienen la
tradición de escribir y mandar cartas. Otra gente llega con fines profesionales
o académicos, es decir, a enviar documentos personales o títulos de graduación.
Las buenas tradiciones se extinguen.
En la actualidad, escribir una carta es una actividad que requiere tiempo; la
sociedad permanece embotada, pero ignorante, por ejemplo, los niños no saben
dónde se colocan el remitente y el destinatario. Hay demasiada información,
pero poco conocimiento.
Temporada alta
Desde finales de octubre, las
personas se precipitan a las oficinas del Correo a dejar sus regalos
nostálgicos, a realizar lo que podría llamarse “ley de reciprocidad”, o sea,
dar para recibir.
Esta actividad, denominada alta,
termina a finales de enero. Muchos llegan a enviar, luego reciben y su paquete
se aloja en su apartado postal personal, en cuyo espacio permanece bien
asegurado, y pueden retirarlo cuando gusten.
Es así como esta actividad, pese a la
vorágine de la sociedad y al mundo cambiante que habitamos, no muere.
Diariamente las ventanillas del longevo edificio de El Centro de Tegucigalpa y
sus sucursales están llenas de gente que manda y recibe productos a todas partes.
Los productos nostálgicos siguen siendo
un lazo entre familiares que están lejos, objetos y alimentos que recuerdan una
determinada actitud o circunstancia de la vida en años pasados.
¿Qué productos se pueden enviar?
Desde el Correo Nacional se pueden enviar
productos artesanales elaborados en telas, productos de cuero, productos de
barro, productos de madera, productos téxtiles, café y otros productos
envasados.