Leamos «Los sacos», un cuento por Erick Maldonado

Imagen ilustrativa│La Tribuna.

El misterio de los sacos abultados fue uno de los más terribles en nuestra ciudad en los últimos tiempos, lo recuerdo bien. Ese día al amanecer en las calles de la ciudad aparecieron muchísimos sacos en diferentes puntos. Verán, la gente no quería salir a las calles para verificar de dónde provenían estos sacos y sobre todo qué contenían. Los sacos comenzaron a aparecer gradualmente; la primera semana aparecían uno por día, en diferentes lugares de la ciudad: en orillas de carreteras, en solares baldíos, en las esquinas de los barrios, etcétera. No me van a creer, pero a medida pasaba el tiempo los sacos aparecían de dos en dos la segunda semana, luego, de tres en tres la tercera semana, y finalmente el número era impredecible.

Al principio nadie quiso cuestionarse su origen, la situación comenzó a preocupar en la ciudad, mirábamos las noticias con asombro, puesto que, era un hecho sin precedente. Los medios de comunicación fueron los que comenzaron a especular junto con los religiosos. La versión oficial era que los sacos podrían tener un origen sagrado, se difundió la noticia y aparecieron las fotografías de los sacos en primeras planas, aunque, nadie osaba siquiera tocar los sacos, les bastaba con hacer suposiciones. Muchos atribuían la existencia de los sacos a un regalo de Dios, este era el caso de los religiosos, que cada vez que aparecía un saco oraban en el culto u oficiaban misa, para agradecer a Dios por los sacos. Los diferentes acontecimientos empezaron a darse lugar en la ciudad; los periodistas televisaban misas o cultos de los religiosos, los religiosos afirmaban que no había nada de qué preocuparse, porque, esta era una señal directa del cielo, y no representaba más que la bendición; eso dijeron el cardenal y el pastor más importante de la ciudad. La gente en sus casas agradecía por esta serie de milagros que se presentaban en forma de saco. Nadie lo cuestionaba. No tardaron las cadenas de diferentes difusiones a través de las redes sociales, la gente incluso llegaba a tomarse selfies cerca de los sacos, a cambiar sus fotos de perfil en Facebook y actualizar sus estados con el nuevo milagro del cual todos eran testigos, es decir, el milagro que representaban los sacos. Aunque, nadie sabía en qué beneficiaban estos sacos abultados, que aparecían a diario en la ciudad, la mayoría de las personas al ver que todos estaban de acuerdo comenzaron a estar felices por ello.

Mis amigos y yo todas las noches nos preguntábamos el origen de estos sacos, debido, a que no nos bastaba la explicación que daban los medios de comunicación y las redes sociales, y sobre todo no confiábamos en la versión de los religiosos. Nos reuníamos a cuestionarnos el porqué de los sacos, mientras tomábamos unas respectivas cervezas que siempre nos daban calma. Pensábamos que el origen de los sacos podría ser maligno, por mucho que lo repetíamos en la ciudad, nadie nos prestaba atención, ya que les bastaba la explicación religiosa.

Decidimos buscar diferentes fuentes, acudimos a los intelectuales. En el medio académico se buscaban toda clase de explicaciones: escuchamos diferentes conferencias y tesis acerca del origen de la aparición de los sacos abultados en la ciudad. La ciencia nos decía que quizás solo era gente que había decidido contaminar el planeta, depositando sus desechos en sacos y tirándolos por las noches. Esta explicación nos pareció muy acertada, y de cierta forma nos tranquilizaba, sin embargo quedaba por preguntarse qué clase de desechos eran arrojados. A esto dieron respuesta algunos ingenieros que podían ser desechos industriales o de construcción de diferentes empresas constructoras que no querían deshacerse correctamente de sus desechos.

También, no faltaban ciertas personas obsesionadas con la ufología que insistían que los sacos abultados eran de origen extraterrestre. Ellos argumentaban que los ovnis por la noche dejaban los bultos en toda la ciudad y lo hacían de manera tan rápida que no existían testigos del evento. Esta versión nos pareció bastante extraña así que decidimos descartarla porque nos estremecía la posibilidad que seres de otro planeta quisieran atormentar nuestra pequeña y remota ciudad con una serie de sacos misteriosos.

No faltaron los narradores y poetas de la ciudad en dar sus aportes acerca del misterio de los sacos, por la tarde y noche se reunían en diferentes lugares. En los cafés y bares culturales los poetas escribían muchos poemas dedicados al misterio de los sacos, es más, los miércoles se declaró como el día de la poesía y narrativa para sacos, asistíamos a las tertulias en busca de respuestas. A su vez, aprovechábamos para tomarnos unas cervezas y fumarnos unos cigarrillos, al mismo tiempo, escuchábamos las diferentes obras que habían inspirado el misterio de los sacos. Los poemas y cuentos eran muy intensos, de tal manera que al leerlos se estremecían y entraban en una especie de transe. Todo el mundo prorrumpía en aplausos. Salíamos de estos lugares todos los miércoles por la noche muy borrachos, pero, sin ninguna respuesta que nos diera alguna luz del caso.

El apogeo de la literatura de los sacos llegó a tal punto que se decidió abrir un concurso literario, que premiara el mejor cuento y el mejor poema que fuera dedicado a los sacos abultados, que estaban por toda la ciudad a montones. El jurado calificador tras muchas deliberaciones acordó entregar los premios, como acto público en la alcaldía. Nosotros definitivamente asistimos, no porque nos interesara la calidad de las obras literarias o los ganadores del premio, sino, que queríamos una respuesta al misterio de los sacos abultados. Tampoco conseguimos nada, los premios fueron entregados, los del primer lugar, segundo y tercero. También les fue entregado mucho dinero a los ganadores, los poetas y narradores electos ostentaban con mucha felicidad sus premios como si hubieran cambiado el rumbo del mundo a través de sus obras. Como no encontramos respuesta alguna, nos fuimos muy decepcionados a emborracharnos a la cantina más cercana.

Los días de intensa búsqueda nos llevaron a una sola respuesta posible, y era encontrar la resolución por nuestros propios medios. Se nos ocurrió que antes de hacer esto debíamos acudir a la justicia, la cual sin lugar a dudas no era muy confiable en nuestro país, pero debíamos hacer el intento. Acudimos a la policía junto con mis amigos, que parecíamos los únicos interesados en el caso. Como siempre ir a una posta de la ciudad lo hacía sentir a uno muy inseguro, puesto que siempre estos lugares además de ser muy lúgubres, eran demasiado misteriosos. Por ejemplo: cada vez que íbamos a un lugar donde quedaba una posta, descubríamos que en este lugar se hacía toda clase de cosas menos investigar los casos, encontrábamos desde juegos de azar en el lugar hasta el alquiler de estos sitios para otra clase de negocios que no era el de uso oficial. La policía sin duda jugaba una doble identidad porque la misma información que tenía la policía la tenían los delincuentes, nadie sabe ni cómo ni por qué.

Una vez que estuvimos en la posta policial descubrimos que el lugar tenía tiempos de haber sido abandonado y que ya no funcionaba como una posta, sino que ahora ahí se alquilaban las celdas como cuartos a quién podía pagar el precio. También el lugar servía como negocio de comida (lo más cercano a un mercado para ser exactos). Aunque cada vez que las televisoras llegaban, la misma la policía montaba un operativo descomunal de la magnitud de agarrar a un gran criminal, claro esto sólo duraba mientras las cámaras cubrían porque al terminar la grabación las cosas volvían a la normalidad, las celdas eran vaciadas de delincuentes y a veces se les pedía a los mismos que la alquilaban como cuarto que sirvieran como parte del teatro.

Ese día corrimos con la suerte de que había alguien en el lugar, debo contarles que esto me impresionó sobremanera, seguramente ese día iba a llegar la televisora más importante de la ciudad o mejor dicho la que más miraba la gente. Hace mucho habían acabado los tiempos en los que un periodista se encargaba de llevar la verdad a la población. La verdad era una mezcla de misticismo y teatro, mientras ellos afirmaran que el país cambiaba porque era la voluntad de Dios, todo el mundo se sentía seguro. Aunque esto estuviera muy lejos de la realidad, la verdad era de quien podía pagarla.

El caso es que acudimos a ellos y pedimos como ciudadanos que se esclareciera el misterio de los sacos abultados. Ellos afirmaron que tenían desde hace meses agentes en el caso. Es más, que el gobierno estaba haciendo todo lo que estaba en sus manos y las de Dios, que siempre los acompañaba (al menos esto decían ellos), puesto que su lema era “Servir y proteger, somos la mano de Dios”. Esto tranquilizaba a la gente a veces, pero no a nosotros. Pedimos por favor que en la medida de lo posible se nos mostrara los avances del caso, ellos afirmaron que esto no era posible sin una serie de papeleos que llenar. El acceso a la información pública nos permitía poder participar de esta información según ellos, pero nos entregaron más de 100 formularios que pasamos llenando todo el día y al terminar, lo único que nos mostraron fue que al no haber tenido evidencias suficientes del origen y contenido de los sacos fue necesario incinerarlos en el crematorio nacional. La categoría oficial era “Descartado por falta de evidencias”. Entonces nos sentimos muy humillados por el tiempo que nos habían hecho perder, les dijimos que eran unos ineptos y nos molestamos mucho; nos fuimos de ahí muy molestos, realmente la situación parecía estar embarrada de mierda, por así decirlo, al menos eso pensamos nosotros, que nos fuimos del lugar maldiciendo a esos hijos de puta.

El día siguiente decidimos tomar el asunto en nuestras manos. Apenas supimos que nuevos sacos habían aparecido cerca del río, investigamos por la noche. Fuimos en un carro hasta allá, nuestro amigo el que manejaba apagó las luces mientras nos aproximábamos. Parqueamos el carro a unos metros del río, nos tocó descender hasta la orilla de este, puesto que, estos sacos abultados parecían que habían sido arrastrados por la corriente del río. Había 10 sacos en el lugar y nosotros solo éramos tres. Cada uno de nosotros nos dispusimos a aproximarnos, cada uno a un saco. Por supuesto, llevamos linternas con nosotros, ya que la luz de nuestros smartphones no era suficiente. Nos dispusimos a abrir los sacos con un cuchillo, yo tardé mucho en abrir el mío, así que mis amigos abrieron los suyos antes y entonces al unísono gritaron como si hubieran descubierto el eslabón perdido o el origen de la vida. Yo corrí hasta el hallazgo de mis amigos y lo que encontré me erizó la piel y tenía petrificado a mis amigos también, lo que descubrieron ellos en sus sacos, eran ellos mismos dentro de los sacos, solo que muertos, amoratados y con una expresión terrible en los rostros, evidentemente, eran ellos y como no articulaban palabra, y no salían de su asombro, yo corrí hasta el saco que no había terminado de abrir. Para mi susto el resultado fue el mismo, no imaginaba, nunca hubiera imaginado verme a mí mismo de frente, muerto en ese saco, no era alguien parecido a mí, era yo mismo, con una de mis camisas favoritas, como suelo vestirme, esto no parecía una casualidad. Toqué el cuerpo amoratado y cada detalle, cada lunar, mi cabello largo, mis dientes y con esa mueca retorcida en mi rostro. Sentí que mi cuerpo se estremeció y de pronto ciertos destellos aparecieron de la nada y sentí un golpe detrás de mi cabeza y seguramente ese fue el destino de mis amigos.

Les he contado la mayor parte de este misterio, hoy por la mañana me he levantado asombrado, puesto que  al levantarme me encontré como estaba vestido. Estaba con mi pijama en mi propia cama. Yo estoy seguro de esto, que nada de esto fue un sueño, pues al levantarme, encontré al revisar mi teléfono un mensaje en mi pantalla que decía: “La verdad tiene un precio muy alto, y solo es de aquellos quienes pueden pagarla”. Para mi asombró descubrí al llamar a mis amigos que ellos también amanecieron en sus camas y con el mismo lema en sus celulares. No puedo mentirles acerca de este caso que ahora mismo he escrito para registrarlo, puede que nadie me crea, puede que muchos intenten persuadirme que esto no es real, aunque las iglesias digan que son señales de Dios, los científicos argumenten que son desechos industriales, los ufólogos afirmen que son avistamientos de ovnis y alienígenas, aunque los literatos se disputen premios con obras escritas en honor a los bultos, aunque la policía diga que es un caso desestimado, mis amigos y yo jamás podremos olvidar que esa noche al abrir los sacos, nos descubrimos a nosotros mismos muertos. Jamás olvidaremos la frase con la que despertamos, aún me acompaña cuando duermo: “La verdad tiene un precio muy alto, y sólo es de aquellos quienes pueden pagarla”.


ERICK MALDONADO (Tegucigalpa, Honduras) es licenciado en Letras con orientación en Literatura por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y catedrático del Departamento de Letras de la UNAH. Fue ganador del primer concurso de poesía de VOAE-UNAH en 2013. Mención Honorífica Concurso Rigoberto Paredes UNAH, 2014. Publicación en “Tú Tercera Antología poética”, Editorial Talento comunicación, Madrid, España, 2015. Publicación en “Antología Erotismo en estado puro”, antología de microcuento, Editorial Diversidad Literaria, Madrid, España, 2015. Publicación como Finalista del  VIII Concurso de Cuentos Cortos Inéditos Rafael Heliodoro Valle de Diario El Heraldo, Honduras, 2016.