Poema de Livio Ramírez para estimular a los jóvenes

Antier tuve el honor de reunirme con el maestro poeta Livio Ramírez en su casa. Quisiera decir «hablamos», pero cuando está frente a la eminencia de su persona lo mejor es ser todo oídos. No lo digo en un sentido adulón; Livio ya es un consagrado, no necesita frases elogiantes provenientes de un aspirante. Decía que lo escuché, que yo proponía temas y que él los comentaba. Cuando uno está en su casa se respira pura poesía: están sus libros desperdigados por toda la casa y múltiples cuadros colgados en todas las paredes, muchos de ellos pintados por él mismo. Livio no pierde su fraternidad para con los suyos, los años le han madurado su percepción del humano. Así, cuando llegué, de inmediato me pidió que le ayudara con algo, ¿qué será?, me pregunté, y pasé a sentarme mientras me ofrecía agua. La plática se desarrolló amenamente durante tres horas y media. Al final, y aquí quiero hacer alto e hincapié, buscó alguna anotación entre las ediciones de «Escrito sobre el amanecer». Quiero confesar que me sorprendió ver que anota en el reverso de sus páginas. Por un rato me tentó pedirle un libro, sin embargo, cuando los hojeé, vi que estaban todos rayados. En fin, no halló lo que buscaba. Enseguida agarró el teléfono y buceó. Con voz ronca y firme, finalmente dijo: «Escriba allí, Yonny». Entonces me dictó el poema a continuación. «Es para los poetas jóvenes», cerró.


JOVEN POETA

Toma nota del día.
Lee bien esos rostros.
Escucha atento el pulso de las calles.
Vibre la realidad en tu cuaderno.
No le niegues tus ojos
a esos sueños que escalan las paredes.
La dialéctica agita sobre el mundo
Su hermosa cabellera de muchacha salvaje.
Suma tu pecho al vasto, inmenso pecho.
Jura lealtad al fuego.
La vida te propone el más hermoso pacto.

Livio Ramírez Lozano