YONNY
RODRÍGUEZ | Ojojona
No
es médico ni anda de gabacha blanca, pero sí con una buena disposición para
hacer el bien a quien lo necesite, y todo a cambio de lo que el paciente tenga voluntad
de ofrecerle. Este es Juan Francisco
Aguilar, ampliamente conocido como Fran, el sobador o simplemente Fran.
Este
domingo nos sentamos con él en una banca del sendero San Juan a platicar sobre
el oficio que ejerce desde los trece años; hoy está a las puertas de entrar a
los sesentaicuatro de edad todo un medio siglo de atención.
Fran
cuenta que lo que hace lo heredó de su padre, asimismo, le atribuye a Dios este
don: «yo no quería hacer esto, pero las
circunstancias me obligaron», expresó. Hoy en día manifiesta que disfruta
su trabajo; atiende militares, jefes, futbolistas y hasta doctores. «Me siento agradecido con las personas que
han confiado en mí, a las que he podido curar con mis manos», esto lo dice
convencido de lo que hace.
Fran
es un tipo jovial, respetuoso, en la calle saluda a cualquier persona, es
simpático y esto lo utiliza al momento de intervenir un paciente. Llega,
saluda, pregunta quién es el enfermo, lo palpa, busca el defecto, ameniza el
momento y de repente el sonido característico de una vértebra volviendo a su lugar.
El “cliente” no sabe cuándo queda sano y sin dolor.
Su
trabajo le ha dado la oportunidad de explorar otros seres vivos, es decir,
también atiende animales. Producto de la experiencia que le ha propiciado este
don en muchas ocasiones le han ofrecido establecer un negocio, pero dijo no
haber aceptado porque la idea no es obtener beneficios de las personas, sino
más bien ayudarlas.
Los
que hemos sido atendidos por Fran damos fe de lo anterior: no cobra, sin
embargo, los que valoramos la salud sabemos que tiene bien merecido un pago por
sus servicios. Este samaritano o visitador médico trabaja todos los días, no
posee una agenda como tal, no obstante, detalló que a veces atiende hasta
veinticinco personas al día, otras veces quince a la semana, por lo que devenga
un promedio de seiscientos u ochocientos lempiras diarios o semanales, eso
depende.
A
la par de este oficio también ejerce la albañilería, la soldadura, la
electricidad, la fontanería, la pintura, entre otras, pero él valora más al ser
humano que a la materia, tanto así que si está trabajando y alguien lo llama, deja
de hacerlo y corre a visitarlo.
Otra
de sus facetas en la vida ha sido la de futbolista, «me gustó mucho el fútbol, lo jugué de manera burocrática desde 1969
hasta el 2005», cuenta con entusiasmo, asimismo relató que Mario Cruz lo
llevó al campo Birichiche en 1971, allí se enroló en clubes capitalinos como el
Federal, Curazao y Atlético Nacional
Verdú. Dijo jugar a la par del que muchos opinan fue el mejor jugador
nacido en Ojojona: Carlos González, alias «Pica».
De
igual forma, fue compañero de una alabada generación de futbolistas conformada
por David Zelaya, Antonio Aguilar, Mario y Francisco Garay. En Tegucigalpa jugó
en la época de los hermanos Ramón y Jorge Bran, Belarmino Rivera, el chileno
Yuvini Carreño, Roberto Abruzzese y el fallecido Rodolfo «Popo» Godoy, quienes fueron sus amigos.
Fran
reside en Tegucigalpa, pero como tiene pacientes en Ojojona, llega todos los
fines de semana a atenderlos. Por este ir y venir continuo le pedimos una
opinión sobre Ojojona; manifestó que el pueblo ha tenido avances en
infraestructura y turismo, pero que se ha dado cuenta de que hay restaurantes
que se aprovechan de los turistas con precios muy altos y que la comida no es
de calidad. Opinó que los negocios deben acomodarse al cliente, flexibilizar
los valores y ofrecer una mejor calidad en sus productos alimenticios, pues al
municipio llegan personas con diverso acceso económico.
De
similar manera, se quejó de la contaminación demográfica de la que es víctima
el pueblo desde hace unos años: «hace
falta un censo poblacional, acá viene gente a radicar y ni siquiera se evalúa».
Padre
de seis hijos –cinco mujeres y un varón–, Fran no se siente mal porque le digan
sobador, en cambio, le agrada que lo llamen así, aunque afirma que lo que hace
se denomina quiropráctica, un tipo de medicina alternativa que consiste en
curar algunas enfermedades óseas o musculares a través de manipulaciones o
presiones sobre las partes afectadas.
Fran
es un hijo del pueblo, un servidor público que encontró en la quiropráctica una
manera de hacer el bien, se enteró de la noción humana del servicio al prójimo
y cada día corre, porque esta es la impresión que da cuando camina, corre a
visitar y sanar gente, a hacer que el cuerpo de esta vuelva a sus movimientos
naturales.