OPINIÓN | Panorama político desalentador espera a Ojojona


Palacio Municipal de Ojojona / El Heraldo.

Estamos a 34 días de las elecciones generales. Los candidatos presidenciales han expuesto las propuestas que consideran más fuertes, y supuestamente más convincentes. A nivel local es todo lo contrario. En Ojojona como en todo Honduras se ejerce una política por demás primitiva.

En este municipio se hace un proselitismo de estómago, una política del misterio: los candidatos no revelan sus planes de trabajo porque, según ellos, su contrincante se lo plagiaría: menuda idiotez.

Nadie se entera qué planean estas personas, que por demás está decirlo, carecen de formación política, académica. Si bien se los ha visto apoyar a exalcaldes y gritar encima de camiones, eso no significa que tengan conocimientos de ciencias políticas y jurídicas. Que a nadie le extrañe que cualquier fantoche aspire en procesos futuros.

La política de Ojojona se basa en la improvisación, producto de ella es la inercia en la que sigue hundido. Pero hay quienes obcecadamente se pumpunean el pecho hasta irse a golpes con quien se atreva a cuestionar equis o ye administración. Todos creen hacer el bien común cuando la verdad es otra.

En Ojojona –y hay que ser claros en esto– cuando alguien llega al poder lo primero que hace es emplear toda su familia, el nepotismo se desborda, se empiezan a ver mejoras en ropa y accesorios, en transporte e inmuebles, todo adquirido con un salario que no daría para tanto, mientras la gente de tierra adentro carece de hambre, agua y empleo.

Una de las características más destacadas de los presuntos servidores públicos es mirar por encima del hombro a los que votaron por ellos. Un ejemplo son las múltiples quejas hacia administraciones anteriores donde los habitantes que llegaban eran recibidos con una puerta en la nariz.

El gobierno local vigente no es la excepción, para poder acceder al alcalde hay que pasar por un filtro patético. Estas personas, del partido que sean, ignoran que son agentes sociales de apoyo al ciudadano, que se deben a él; no se dan cuenta que su empleo es temporal. Pero eso es entendible, el poder emborracha, entorpece, sumerge en una profundísima arrogancia.

Durante siglos los políticos aprovecharon la humildad y ante todo, la pobreza de la gente. Y dejemos claro esto también, las personas no son tontas, que se hagan y reciban una limosna para darle de comer a su familia, a sus hijitos, es otra cosa. Los miserables subestiman la inteligencia de las personas que llegan desde las aldeas; hombres y mujeres que patean grandes distancias para entrevistarse con un nefasto edil.

Se presagian malos tiempos para Ojojona. Ninguno de los candidatos –que no bastándoles su ineficiencia intentan reelegirse– ha sido capaz de poner a Ojojona en el camino correcto, en el sitial que le corresponde.

Es admirable, otros municipios de Francisco Morazán, para no salir de la región, han tenido como alcaldes a profesionales académicos; en Ojojona han asumido la alcaldía peritos o bachilleres, sin el afán de ofender tan nobles profesiones. En España, por ejemplo, se publican licitaciones para que un administrador funja como alcalde.

Así las cosas. El panorama es desolador. Actualmente no hay un candidato con visión. Quien quede nos dará más de lo mismo: mediocridad, proyectos inconclusos, pésimas actitudes, desastres viales, etcétera. Se repetirán las actuaciones de los últimos 24 años y nosotros, si no despertamos, debemos soportar con impotente amargura estas condiciones.