Continúa negligencia en asuntos culturales

Capitán cristiano. Migliori, L. (2010).
YONNY RODRÍGUEZ | Ojojona

El desinterés cultural es un tema de nunca acabar. El país no cuenta con una Ley de Cultura que procure las condiciones, instrumentos legales, medios y presupuestos necesarios para el ejercicio de este derecho humano.

El Estado debe diseñar políticas que promuevan, desarrollen, transmitan, defiendan y garanticen los valores históricos y estéticos de la cultura como vínculo social de la nacionalidad, en especial los valores que identifican a los pueblos.

Sin un marco legal que someta a los empleados públicos a la gestión cultural el camino se vuelve más pedregoso y lejano. A lo anterior hay que agregarle la vasta indiferencia con el asunto. Dos cuestiones que sin duda socavan los débiles muros de la cultura.

Todo eso tiene una repercusión en casi todos los municipios de Honduras donde Ojojona no es la excepción pese a su valor cultural.

La incompetencia y el desinterés por los bienes culturales quedaron representados en la recién acabada Feria de san Sebastián en cuyo contexto debió ejecutarse el “Baile entre moros y cristianos”.

Según los encargados de darle vida a la comparsa, ellos enviaron la nota a la Alcaldía para ponerse de acuerdo en lo que respecta a la parte logística. Asimismo, declararon que en la solicitud urgían el cambio del viejo uniforme que se usa desde los noventa, pero la respuesta no llegó y la manifestación no pudo realizarse.

En este sentido, es imposible trascender como pueblo si se ignora la importancia de la cultura como parte esencial de su gente. Y es que en un escenario pospolítico lleno de polémica, las diferencias siempre salen a flote y no se tiene en cuenta que la cultura comunal es la que sufre.

Así, estas actitudes se asumen como una renuncia al patrimonio cultural por ambas partes que dejan ver las fisuras de un edificio mal construido.

Para superar los problemas, la Alcaldía debe convocar a todos los creadores, gestores y cultores del municipio para conformar un comité que vaya a darle vida de una vez por todas a la desolada Casa de la Cultura. Después, asignar un presupuesto, acompañar y vigilar que se cumpla una agenda cultural previamente elaborada para que se refleje un trabajo dinámico y constante.