Entrevista a Eduardo Bähr para “Honduras: Territorio Literario”



Eduardo en su faceta de actor. De Morazán, la película (2017).

ONDINA ZEA | España

Director de la Biblioteca Nacional de Honduras. Ensayista, cuentista, promotor, dramaturgo, investigador, traductor. Su trayectoria lo señala como referente entre los autores de vanguardia de la literatura hondureña.

Investigando descubrí a un humanista, a un intelectual preocupado por apoyar y promover a jóvenes valores. Eduardo Bähr es un pionero en varios temas, un hombre solidario que participa con entusiasmo en los nuevos espacios de innovación, de literatura y de arte en todas sus formas. Razón importante que motivó la invitación para asociarlo a “Honduras: Territorio Literario”. Hoy, como muestra de su apertura, lo tenemos aquí, y la linterna de esta página alumbra sobre suentrevista.

Antes quiero mostrar una reseña interesante que encontré de Helen Umaña, escritora, académica, ensayista y crítica literaria hondureña que dice:


Eduardo Bähr no puede evadir los trasfondos amargos en la visión de la realidad, la abierta o solapada ironía, las atmósferas kafkianas o las fotografías del absurdo. La visión general que Eduardo Bähr tiene del país es la de un gigantesco absurdo… En sus cuentos nada es producto de la precipitación o de la espontaneidad.


Por mi parte, estimo que es una nota que define con certeza la obra del escritor y por ello quise incluirla.

Por otra, aprovecho para recomendar toda su obra, y en particular “El cuento de la guerra” de 1971; una de sus obras más significativas y de referencia sobre el tema de la guerra en 1969. Los relatos del libro cuentan sobre la popularmente conocida “guerra del futbol” entre Honduras y El Salvador. El libro es una narración que retrata y contradice las versiones oficiales de un conflicto con matices irrazonables, basado en mentiras. A la sazón, la guerra entre los dos países centroamericanos tuvo mucha resonancia internacional.

Debo agregar que en los cuentos que tengo el placer de leer, descubro a un escritor intuitivo y perspicaz, que no le teme al experimento narrativo. Eduardo Bähr explora y cautiva introduciendo con sutileza y con maestría la justa porción de ingenio que divierte al lector. Es interesante situarse frente a la absurda realidad para comprenderla.

Aquí su entrevista:

Buenos días, don Eduardo Bähr, ¿qué se siente ser una de referencia en la historia de la literatura hondureña?

Casi siempre es la historia la que juzga y fija algún evento, algún personaje como innovador en la cultura de un país. Pero esto puede ser engañoso. Un alto porcentaje de literatos (generalmente mediocre) se vuelve “referente” por figuración y tomando en cuenta el grado de “cultura de la lectura” que se tenga en el país… A algunos otros, como su servidor, no nos agrada la figuración y personalmente me intimida ser “referente”, más por timidez que por falsa modestia.

¿Qué se debe destacar de la literatura hondureña, en su conjunto, para tratar de darle la visibilidad que necesita?

Lo más importante debe ser la preocupación por permanecer en el sustrato más actualizado de las vanguardias hispanohablantes. Que algún autor (hombre o mujer) pueda ser identificado por su calidad en cualquier parte del mundo. El escritor debe ser además de ello, investigador, experimentalista y humanista. Si no puede dominar convenientemente el idioma, debe instruirse en todos los géneros y ser exigente en la perfección de la forma.

¿Cómo podría usted calificar el proyecto “Honduras: Territorio Literario” que se publicará en España?

Es una plataforma imaginativa y muy aceptable, siempre que se aleje prudentemente de las hipérboles patrioteras. Si se considera siempre la verdad, con lo poco que tenemos llegaremos a ser conocidos y eventualmente reconocidos por todos en el mundo.

¿Piensa usted que la participación en una antología puede representar una oportunidad para un escritor o escritora de Honduras que no forzosamente sea conocido?

Tanto las antologías como los certámenes pueden llegar a ser escaleras para la sustentación de nombres en la actualidad literaria, y en menor medida, el internet (blogs) porque un altísimo porcentaje de lo que se escribe en este instrumento es basura. Por primera vez en Centroamérica un escritor gana el certamen más importante de España (Sergio Ramírez) y lo coloca entre los más importantes de la literatura hispanoamericana… Las antologías ayudan a los poco conocidos con más modestia, pero ya éstos quedan registrados como escritores ante la validación de la historia.

A veces la música, la pintura o la gastronomía tiene más visibilidad que la literatura, ¿qué otro tipo de iniciativa opina usted que se podría tomar para darle brillo?

La literatura seguirá siendo menos visible debido a la poca calidad que expresa una mayoría de “literatos” que busca nada más fama y renombre individual. Cuando gobiernos que se responsabilizan por acrecentar el sustrato cultural de una nación premian de manera honesta a sus intelectuales (Arte, Ciencia y Literatura), la credibilidad crece. Actualmente esos premios se los dan a cualquiera por recomendación o partidismo. Roberto Sosa y su servidor sugerimos hace más de veinte años que estos premios se dieran cada cuatro o cinco años, con un jurado de integridad y calidad reconocidas y con una dotación de medio millón de lempiras; esto abonaría en honestidad, daría ayuda y reconocimiento a los intelectuales premiados y fomentaría esos pilares de la identidad… En las secretaría de Relaciones Exteriores debería de haber un apartado profesional para promover la literatura en el extranjero; se le deberían comprar las obras a los escritores –hombres y mujeres- para distribuirlas convenientemente en otros países. Los escritores hondureños deberían tener sus obras en todas las bibliotecas del mundo y las embajadas en el extranjero deberían tener un agregado cultural de renombre, sin factura política, preferiblemente escogido entre hombres y mujeres jóvenes de talento.

¿En el contexto actual la identidad nacional de Honduras se pierde o se afirma?

La identidad nacional no se pierde ni se rescata, se construye día a día conforme uno o más de los muchos factores incluidos en la geografía y la historia de un país se desarrolla y se subraya. Este factor puede ser muy negativo y por ello NO incide en la identificación que de nosotros se tenga en el exterior, o entre nosotros mismos: porque en los primeros decenios del s. XX hubo luchas armadas denominadas “montoneras” no significa que el pueblo hondureño sea violento. El que haya periodos de corrupción ética en la clase política no significa que seamos conocidos como corruptos. De los elementos que coadyuvan a la identificación colectiva los más importantes son la cultura y el alfabetismo. Desafortunadamente, esos elementos SÍ están sumamente descuidados históricamente en nuestro país. El folklore puede ser factor identitario siempre que haya avanzado a cierto grado de modernización. México y Argentina son conocidos por su música popular, pero el ballet folclórico de México anda presentándose por todas partes del mundo, mientras que el nuestro permanece inamovible y carente de creatividad. El otro factor es el gastronómico, enmarcado en la denominación cultura. A veces se nos empieza a conocer por alguna categoría musical reciente como el de la danza y percusión garífuna, que ni siquiera son ancestrales y autóctonas; pero no hubiésemos sido conocidos por eso si no hubiera sido modernizado (universalizado) por músicos talentosos como Guillermo Anderson. Contradictoriamente, nuestra identidad nacional por esa vía comienza con un sólo individuo… Personalmente preferiría que se nos siga conociendo por ser un pueblo amable y hospitalario, antes que eternamente pobre y explotado porque la identidad nacional siempre se irá desarrollando colectivamente.

En su vida polifacética de escritor, de promotor, innovador, dramaturgo, etcétera, ¿le ha inspirado alguna persona o situación en particular?

Solamente me he dejado llevar por mi ideología humanista y porque deseo descubrir temáticas que subrayen la identidad de mi país. Mis personas y situaciones son colectivas y nunca he dedicado tiempo a vanagloriarme (eso me daría vergüenza). Quiero que mis hijos me recuerden en esta dicotomía: incorruptibilidad y generosidad.

¿Como se definiría, usted, con un adjetivo, o con una frase?

Hiperactivo y extrovertido (esto último para ocultar ciertos rasgos de timidez).

¿Qué es lo que lo hace feliz, don Eduardo?

Sin temor a equivocarme: ser solidario, servir a los demás.

¿Y qué es lo que no le gusta observar?

La injusticia y la violencia.

En su técnica narrativa usted emplea la inteligencia, la sutiliza, el sarcasmo para describir lo absurdo, ¿alguna influencia en sus comienzos como escritor?

Tuve en mi juventud agradable influencia de la literatura clásica española y universal. Después de movimientos como The Lost Generation norteamericana; el boom latinoamericano y las vanguardias. Ahora trato de ser experimentalista. Siempre he sido humanista.

Como presidente de la Biblioteca Nacional de Honduras, ¿de qué proyecciones se puede hablar para el 2018 considerando un cambio político?

Solamente las que deriven de mi trabajo: Fomento de la lectura (en la BINAH hay una Sala Infantil y actividades culturales permanentes). Me gustaría editar la primera obra de jóvenes –hombres y mujeres- convenientemente aceptados por viejos escritores seleccionados para ese fin… Nunca hay presupuesto para eso. De la parte oficial no espero nada pues nunca ha habido interés por acrecentar la cultura de los hondureños, ni siquiera en lo que respecta al analfabetismo.

Gracias, don Eduardo Bähr. Es un verdadero honor que haya aceptado ser parte de “Honduras: Territorio Literario 2018”.

La felicito por ese esfuerzo. Siempre estaré a su disposición.