Una mirada a la historia y los paisajes del viejo Guazucarán

Guazucarán es un sitio que se halla a unos 20 kilómetros al suroeste del Centro Histórico de Ojojona y se llega a este sitio a través de una calle de terracería. En la zona predominan bosques de pino, en su mayoría, de roble y de encino. Sobresale por haber sido un centro minero hasta mediados del siglo XX.

Iglesia de la Inmaculada Concepción│Este templo fue edificado a finales del siglo XIX. Varela, Noé. (2017)

Su fecha de fundación se ignora, como suele ser una característica de estos poblados. Solamente se conocen las referencias que muestran algunos documentos coloniales encontrados en el Portal de Archivos Españoles (PARES).

De acuerdo con las investigaciones del doctor Alberto Membreño, Guazucarán significa en lengua mexicana «junto a las casas de los guasuches», componiéndose el vocablo de «guauhxochilt», una planta parásita que crece en los árboles, «calli», casa, y «lan», cerca (1994, pág. 123).

A Guazucarán se llega por esta transitable calle de tierra. Varela, N. (2017).

Las menciones de este poblado datan de 1569, cuando Diego de Manzanares descubrió un filón de plata en el cerro San Lorenzo. Por tanto, la historia de esta aldea se remonta a la época prehispánica y se presume que estuvo habitada por lencas.

Es válido destacar que el hallazgo de la veta de Santa Lucía en 1578, junto a Guazucarán, catapultó a la población de Tegucigalpa como el centro minero de mayor importancia de la provincia.

La riqueza de Guazucarán llegó a oídos de la Corona. En un informe enviado a su Majestad en 1585 se expresaba lo siguiente: «que las minas son muy buenas las de guacucaran porque son minas para sustentar cinquenta haziendas.»

Vista desde el interior de la bocamina. Varela, N. (2017).

En la actualidad, las minas están abandonadas, se detuvo la extracción hace más de sesenta años. Sus pobladores se dedican a la agricultura y otros han tenido que emigrar a la capital.

Sin embargo, no todo el panorama es gris; Guazucarán se ha levantado de entre la broza y los vestigios, todavía sobresale su pequeña iglesia, sus lúcidos bosques verdes y la maravilla del paisaje al ojo humano.

Pese al gorgojo descortezador, mucho bosque de pino ha sobrevivido y se levanta recio y lozano. Varela, N. (2017).

Aunque ningún alcalde se ha preocupado por hacer de la zona un lugar turístico, hasta él se desplazan las personas a observar tanto las bocaminas como el cerro San Lorenzo, asimismo, aprovechan para tener un almuerzo campestre y acampar.

Otro de los atractivos del lugar es La Cueva del León, un parque ecoturístico creado hace más de 10 años por el profesor Ramón Nieto.

De igual manera, los que aman el senderismo y el turismo rural acuden hasta la plazoleta a escuchar historias sobre los mineros.

Ruinas de lo que tiempo se llevó. Ahora todo es silencio y calma. Varela, N. (2017).

Este solo es uno de los lugares históricos y turísticos que posee Ojojona, por mencionar otros, están La Chorrera, la Cueva de Pueblo Viejo, la Cueva de El Aguacatal, además de su patrimonio histórico material e inmaterial.


El paisaje ha recuperado sus lúcidos colores. El dolor se fue. Varela, N. (2017).

Retablo Barroco│Es probable que haya sido ensamblado en el siglo XVIII, consta de cuatro columnas de estilo salomónico con capitel corintio. Varela, N. (2017).

Vista panorámica desde la cima del cerro San Lorenzo. Varela, N. (2017).


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